Estas fueron las declaraciones del réferi argentino Juan Bava en torno al juego Nacional-Danubio, válido por las semifinales de la Copa en 1989. La nota se la dio, mucho tiempo después a la Revista «El Gráfico», de donde extractamos estas líneas.
El Pibe Valderrama por Amilkar Ariza
Contribución: Dr Orlack
En tiempos del mandato de Hugo Gnecco Arregocés, al mejor estilo de «Miguel Angel» y de «Cares de Lindos», se ordenó en Santa Marta la construcción de la estatua del pibe Valderrama.
Si Florencia –Italia, no confindir con la sede del extinto Fiorentina del Caquetá– se precia de tener la primera estatua desnuda del Renacimiento y la desaparecida ciudad de Rodas de haber creado el más grande homenaje al Dios Helios, era claro que Santa Marta no se podía quedar atrás. De esta manera –y con el afán desmedido de gastar hasta el último peso del presupuesto– se contrató a Amilkar Ariza, conocido artista y escultor de la región atlántica famoso por sus homenajes a Joselito Carnaval, María Moñitos, doña Bertica(la Andrea Guerrero de Telecaribe) y a todo el elenco de «Cheverísimo» para que «se pusiera la 10» que había dejado vacante el hombre de la ensortijada cabellera y a punta de cincel creara una de las maravillas del mundo moderno.
El alboroto creado en torno a tan magna construcción fue solo comparable con lo que se vivía en los años ochenta con la irrupción del Guri Guri en cualquier centro comercial bogotano. La cantidad de niños, borrachos, desempleados, mujeres y ancianos revoloteando por los alrededores del Eduardo Santos aguardando el gran día era impresionante. Fue un 23 de noviembre de 2002 cuando al son de unos buenos merengues de Rikarena y unos tragos de Old Par, el mandatario costeño presentó oficialmente el nuevo atractivo turístico.
La espera valió la pena pues a partir de esa fecha la cantidad de «cachacos» que van a visitar y a tomarse una foto debajo de la efigie es gigantesca. Debemos añadir que en el acto de presentación, y ante el clamor popular que solicitaba más estatuas que adornaran la ya decaída capital del Magdalena, el modelista Ariza prometió ponerse manos a la obra con la de Allan Valderrama y surgió un artista amateur que ofreció la del «salvaje» Orlando Rojas. El Bestiario del balón se compretió a apadrinar la esta iniciativa.
Plano general de la obra.
El tiempo de la gente
Buscando refrendar su reciente victoria en las urnas, el recien elegido presidente decidió darse un duchazo de popularidad en el camerino albirrojo en pleno agosto de 1994. Con este objetivo en mente, Ernesto Samper buscó lo más selecto del plantel cardenal para hacerse unas instantáneas. Posan con el presidente electo: Hílmer Lozano, James Aguilar, Elías Correa y Robert Villamizar. .
Juventud, divino tesoro
A comienzos de 1991 el malogrado Sporting de Barranquilla echó mano de la reserva de Boca para tratar de enderezar su errático andar por la primera división. Fruto de esta iniciativa fue el desembarco en «La Arenosa» de dos jóvenes promesas que más adelante encontrarían en este rincón de Suramerica su propio Dorado. Fue poco lo que duró el paso de Daniel Tílger y Ariel Mario Are por Barranquilla. Seis meses después comenzaría, cada uno por su lado, un trasegar propio de cualquier arriero andariego. Tílger comenzó por Manízales, Are por Armenia. .
Marcador electrónico del Atanasio Girardot
Sobre los marcadores electrónicos de los estadios del país se podría escribir toda una saga. Un Bestiario propio. Cada uno de nuestros marcadores electrónicos carga a cuestas una historia de vida de esas que pondrían a babear a cualquier documenalista ávido de sórdidas biografías para llevar a la pantalla. Entre estas historias se cuenta la del flamante marcador electrónico a color que en el segundo semestre de 1994 se inauguró en el Atanasio Girardot para orgullo del pueblo antioqueño.
El marcador, recién estrenado, fue uno lo de los grandes protagonistas del título que ese año consiguió el Atlético Nacional: como lo muestra la foto, en él fueron apareciendo uno a uno los nombres de los héroes de aquella tarde. Se dice también, que en él se alcanzaron a proyectar los goles de la fecha de ese domingo en la liga italiana, para entretener con ellos a los aficionados que ansiosos aguardaban el clásico paisa. Otros, un poco más alicorados, aseguran haber visto en el marcador a Fabio León Naranjo. Aristizábal o Fabio León, el hecho es que a los pocos meses el marcador pasó a engrosar la lista de marcadores electrónicos inservibles que tanto abundan en nuestros estadios cuando se descubrieron una serie de anomalías en el contrato suscrito con Publik, firma encargada de proveer el pizarrón. Sólo en esporádicas ocasiones se le pudo ver funcionando apagandose definitivamente a mediados de 1999.
En calidad de elefante blanco el marcador permaneció durante varios años abandonado en el extremo norte del máximo coliseo deportivo de los antioqueños. Hace unos meses fue desmontado, con la promesa de que uno «a la altura de los mejores estadios de Europa» tomaría su lugar. Inmediatamente se despachó a una comisión de expertos con destino al Viejo Continente para que tomen las medidas del caso y averigüen de una buena vez a qué altura están ubicados los marcadores en los mejores estadios de Europa. .
Gran concurso
Adivine el nombre del caballo de Faustino y gánese un viaje con todos los gastos pagos al festival nacional de estudiantinas de Tuluá..
Cultura juniorista
«Cuando el Junior juega todo es alegría…».
Barras bravas cardenales
La Revista Cromos, en 1975, hizo una foto sobre los hinchas famosos de Santa Fe que celebraban el último título liguero del equipo bogotano. En la imagen, entre otros, andan los actores Boris Roth (el calvo), Alicia Del Carpio (la aseñorada), Fernando González-Pacheco (el de pinta juvenil), el Payaso Bebé (el de manos ponchas), Daniel Samper Pizano (el de barba sin bigote), Lyda Zamora (la de la indiscreta pancita) y Yamid Amat (con su habitual cara de amargo). Ellos no iban a sur, por supuesto…
Foto: Revista Cromos..
Postales del ascenso
Fútbol de ascenso, fútbol del bueno. ¿Quién dijo que de potrero?.
Amériko
Contribución de Link
La designación de Colombia como sede de la Copa América 2001 trajo para la gente del fútbol el deber de cumplirle al país y al mundo con la organización de un buen torneo. Después de vivir angustias propias de una quinceañera poco agraciada y pasada de kilos que ve como se desborona lentamente su anhelada fiesta de quince años, el país se supo sobreponer a la adversidad organizando un torneo que definitivamente no partió en dos la historia del torneo de selecciones más viejo del mundo. A esto hay que añadirle que el relativo éxito logístico y deportivo del evento nada pudo hacer para amainar el pésimo sabor de boca que la “Pony Copa”, como más adelante se le llamó, dejó entre la fanaticada criolla.
Uno de las páginas de oro de este tragicómico capítulo de nuesra rica historia balonpédica fue el de la selección de la mascota del torneo,a la postre gran receptora de todo tipo de abucheos e improperios por parte de los asistentes al torneo. Al respecto podemos decir que aunque la competición de selecciones por excelencia de Sudamérica no se caracteriza por la expectativa que la aparición de la mascota del torneo genera –de hecho, se sabe de pocas mascotas de este evento–, los visionarios dueños de Copa LLC, gerenciadora del torneo, vieron en este campo un “mercado inexplorado”. .
Así, aquel día de diciembre de 2000 fue presentado en sociedad, en el marco de los actos del sorteo de grupos de la Copa, Amériko, la mascota oficial. En palabras de los estadounidenses que la idearon en los “talleres creativos” de Miami,
La mascota de la Copa América Colombia 2001 se llama Américo. Amériko, del planeta Ko, es un extraterrestre turquesa con inmensos ojos azules y pelo parado. Tiene dos brazos y dos piernas diseñadas para correr, saltar y girar en ángulos rectos, tan rápido como se lo permita el aire. Siempre anda con un balón, un Biosat, un satélite vivo que pertenece a su anatomía, como un órgano externo que utiliza para sentir. Viajó millones de kilómetros para llegar a Colombia a participar en la Copa América. La mascota fue diseñada en Miami, Estados Unidos, por la gente de la Organización Comercial Copa LLC, con Gustavo Santander (hermano de Kike el compositor colombiano que ha trabajado con estrellas como Gloria Estefán, Shakira, Thalía y Cristian Castro, entre otros) a la cabeza. Según sus creadores, el boceto se inspiró en el manja (sic) japonés, estilo Dragon Ball y Pokemon, que es lo último en ilustraciones en el mundo, pero con detalles de jugadores colombianos. Por ejemplo: la actitud de victoria y poder del Chicho Serna, Jorge Bermúdez y Leonel Álvarez; el color del pelo del Pibe Valderrama y la caballerosidad y solidaridad de Andrés Escobar y Willington Ortiz.
Tomado de El Colombiano.
Esta sarta de falacias generó un rifirrafe de tales proporciones que, según se comentó por esos días, los mismos organizadores del torneo decidieron, por razones de seguirdad nacional, que lo mejor era deportar el dichoso matachín a suelos estadounidenses. Prueba de esto es que sólo se le pudo ver durante los actos inaugurales en el Metropolitano de Barranquilla. Interrogados los miembros del comité organizador por la suerte del mamarracho, estos solían evadir el tema con un lapidario: “se quedó durmiendo”. Tal parece que, más bien, “la mandaron a dormir”.
Nunca se supo a ciencia cierta cual fue el paradero del malogrado Amériko. Lo que si está claro es que esta mascota tuvo el honor de haber hecho parte de un torneo que, tristemente, padeció de serios problemas de legitimidad (al ser en un año premundialista, pocas estrellas del continente estarian dispuestas a pasar sus vacaciones viajando en un S26 por nuestra bella geografía). Llegada la hora de los balances, la copa nos dejó como legado una canción oficial nunca divulgada, equipos traídos a la brava a ultima hora, un interminable desfile de directivos revendedores de boletas, un desprevenido paracaidista atentando contra la integridad de los jugadores que disputaban la final y un Andrés Pastrana disputandose palmo a palmo con Pacho los méritos de un título que dificilmente supera el obtenido en 1994, también en el Campín, por la sub23 de Pedro Sarmiento..