Contribución de Manuel Carreño
Hernán Darío, el “Bolillo”, Gómez alguna vez dijo (en tal vez su declaración más cantinflesca de tantas) que Aristizabal era el “mejor jugador del mundo sin balón”. Semejante esperpento, cuya única función era la de justificar la pobrísima producción de “Aristi” en la selección, terminó por hacer carrera obligando a todos los futboleros a preguntarnos acerca del concepto. Sin embargo, “El Bolillo” estaba equivocado (una vez mas): el mejor jugador sin balón de toda la historia era yugoslavo y jugó (¿jugó?) en Santa Fe.
Era un domingo por la tarde del año 2000. El rival de la fecha era el Once Caldas. Esa semana había llegado al equipo un yugoslavo, mediocampista mixto, de nombre Bogdan Tomic oriundo de Novi Sad (Serbia) y de la cantera de la reconocida Escuela Voivodina. La parcial santafereña pronto se emocionó pensando que talvez estábamos ante alguna reencarnación de Sekularac.
Ese domingo, en un apretado partido, Santa Fe logró irse adelante en el marcador con gol de “Pacho” Serrano y decidió defenderlo como fuera. Ya en las postrimerías del encuentro, “El Pecoso” decidió hacer su tercer cambio y llamo a Tomic, quien llevaba la casaca número 6 y le dio instrucciones durante muchos minutos, casi como si quisiera meterlo. Finalmente el cambio se realizó en el minuto 46 y medio del segundo tiempo, en medio de un atronador aplauso. Tomic no alcanzó a tocar el balón y unos pocos segundos después el partido se acabó con victoria cardenal.
Santafe volvía a ganar en el Campín, lo cual dejaba una cara de satisfacción en los jugadores quienes en medio de tímidos aplausos iban entrando al camerino, no era este el caso del bueno de Tomic, ya que mientras tanto el reventaba de alegría y comenzaba a dar vida a su leyenda.
El jugador se quitó la camiseta, bailó, saltó, se tiró al piso, alcanzó a botar alguna lagrima, gritó mientras miraba emocionado al cielo, caminó algunos metros arrodillado, se acercó a la reja de sur, se subió en lo mas alto y empezó a revolear la camiseta con los cada vez mas emocionados hinchas. Incluso se le oyó cantar junto con la barra “io te sigue todos partas cada vez te quiere mas”. Dio una mini vuelta olímpica mientras gritaba todo tipo de arengas en yugoslavo y finalmente se metió al camerino 35 minutos después con el puño apretado en señal de victoria.
A qué se debía su euforia no se sabe a ciencia cierta, algunos aseguran que el agente que lo trajo le aseguró que una victoria contra el Caldas le permitiría a Santa Fe jugar la final de la Libertadores el siguiente domingo. Otros afirman que Tomic nunca había estado en una cancha donde se jugara fútbol profesional y eso era suficiente motivo para estar feliz. Mas allá de la razón que fuera, si algo quedó claro es que en Santa Fe nunca se vio a nadie celebrar un triunfo de tal manera.
Los periodistas y fanáticos comentaban que si ese jugador sentía la camiseta en la cancha de la manera que celebraba, estábamos ante un nuevo ídolo. Pero esta hipótesis no se pudo comprobar: al otro día Tomic se devolvía en un avión para su tierra y nunca mas se sabría de el.
Decir que Tomic era un tronco puede ser una falsedad. En verdad a nadie le consta, ya que no toco el esférico. Sin embargo, un minuto en la cancha fue suficiente para dejarlo en la historia cardenal reciente, junto a Penayo y Liberman. Por eso no dudo en afirmar que Tomic fue el jugador sin balón que mas huella dejo en Colombia..