Contribución de Abra
Corría la década de 1970 en la Bella Villa y en el barrio Castilla nacía una luminaria del balompié nacional al cual su madre, en un arrebato de amor característico en cada una de ellas, le colocaría como apodo “Chusco”. Pocos casos como este ilustran mejor aquello de que a los ojos de una madre no hay hijo “feo”.
Ignoraba el bueno del “Chusco” una ley elemental de la física según la cual dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio al mismo tiempo. No sobra recordar entonces que la comuna noroccidental de Medellín ya había parido a un monstruo de talla mundial, un tal “loco” René, a quien ya la madre tierra le había premiado con todas las dotes necesarias para que triunfara en el mundo del fútbol. Con lo asignado a Higuita se iba de paso agotando la cuota de talento que para el siglo en curso le correspondía a dicho terruño.Nuestro homenajeado habría de constatarlo a lo largo de su ajetreada carrera.
La primera noticia que de él se tuvo fue en enero de 1989 cuando se jugaba en Medellín el campeonato nacional sub-23, torneo todavía en ese entonces respetado y valorado como incubadora de grandes promesas del balompié Colombiano. En el caso del “Chusco” es claro que alguien olvidó dejarlo un poquito más de tiempo en la incubadora ya que sus dotes de entrada, se presentaron como algo “crudas”. En efecto, muy a pesar de ver como a su lado descollaban figuras de la talla de Gustavo “el misil” Restrepo, José De Arco, José Luis Pino, José Jairo “Matías” Mejía, Alirio “El marinillo” Serna, y Héctor Mario Botero (jugando de delantero neto) el “Chusco” supo hacerse el de la vista gorda y prefirió seguir él solito su camino en el mundo de la pecosa, sin tomar de referente a alguno de sus contemporáneos. Lo suyo no eran las camadas.
En el torneo en cuestión el “Chusco” supo poner su granito de arena en la tarea de eliminar a Antioquia, escuadra anfitriona y favorita que debió resignarse a prestar su casa para que celebrara Bogotá y con los capitalinos un vallecaucano: Adolfo “Tren” Valencia.
Finalizado el torneo, los muchachos retornaron a sus clubes de origen. En las filas del “Poderoso” aparecería nuestro “Chusco” quien, con la supuesta “vivacidad” que se le endilga a la raza paisa, logró colarse en los entrenamientos del plantel titular, sin darle tiempo a las directivas de medir su verdadero potencial. Lejos estaba la parcial roji-azul de presentir lo que se vendría a corto plazo.Consultado Jaime Rodríguez por el planteamiento táctico que el Poderoso usaría ese año, afirmaba que le iba a dejar mucha libertad a sus volantes y atacantes; no fue sino decir esto, para que el “Chusco” diera rienda suelta a su manía de dar vueltas con el balón a los pies sin profundizar para nada en el juego; manía por la cual más de un hincha del roji-azul coqueteó con el suicidio.
Años más tarde, la fanaticada del Medellín no tardó en cambiar el estribillo con que lo recibían en el Atanasio que decía:
“Chusco, Darío Sierra
En vos confiamos
Dale guevón, Dale guevón….”
Por:
“Chusco, Darío Vueltas
En vos confiamos
Dale rompoy, Dale rompoy……”
Volviendo con nuestro pupilo, nos remontamos ahora al primer partido del torneo de 1989 cuando al “Poderoso” le correspondió medírse contra el Tolima en el Atanasio. Ese dia, el “Chusco” se jugó el primer partido de su vida,convirtió gol y asistió al también peligrosísimo “Pipe” Uribe para el primero de la tarde. De inmediato, finalizado el partido, la prensa se desbordó en elogios para con nuestro “Chusco” incurriendo en los excesos que para estos casos
El tiempo se encargaría de echar por tierra esta primera impresión y de mostrarle a los hinchas del rojo de la montaña lo equivocados que estaban. Los comentarios que se siguieron escuchando partido tras partido eran un sólo dejá vu: “lució algo desubicado en su función”,“perdido en el primer tiempo en la función de volante de enlace, tampoco trascendió como delantero” sentenciaría sobre su desempeño lunes tras lunes el implacable “Uno a uno” de Nuevoestadio.
Curiosamente, años después, esta racha fue cortada con el segundo y último partido de su vida: Un clásico frente al rival de plaza donde destrozó con su fútbol la resistencia de las líneas defensivas verdolagas. Ni la propia parcial roja daba crédito a lo que estaban viendo sus ojos; tan fue así que se comentó algún tiempo mas tarde (sin que la versió pudiera ser confirmada) de que no hubo sorteo de jugador para el antidoping sino que de una vez nuestro homenajeado fue escogido para tal fin. La vida por fin fue justa con él y le dio esa tarde la revancha a la cual todos tenemos derecho. Pasada esta tarde de fugaz gloria, la vida retomó su anodino curso y sumió a nuestro homenajeado en ese oscuro limbo de nuestro fútbol: los equipos de mitad de tabla hacia abajo. Envigado, Tuluá, Quindío, Real Cartagena y Cúcuta Deportivo fueron algunas de las escalas del “Chusco” andariego.
Se desconoce su paradero en la actualidad, pero si se le quiere contactar y disfrutar de su talento innato para mover la redonda para amenizar un bautizo, un grado o una primera comunión, con seguridad y sin temor a equivocarnos lo encontraremos en el torneo vacacional de fin de año del barrio Belén Los Alpes, el único lugar en donde supo ganarse los mimos de un publico en el que los Sierra siempre han sido mayoría. .