Luto santafereño

A comienzos de 2002 el Santa Fe sufrió la sensible pérdida de su máximo inversionista, César Villegas asesinado por las tradicionales fuerzas oscuras esta vez en la persona de dos pistoleros que lo abordaron a la salida de su oficina. En señal de luto por la muerte de su mecenas, el equipo bogotano vistió un uniforme negro con blanco diseño de la casa francopereirana «Patrick» en el partido que disputó contra América en Bogotá pocos días después del insuceso. Pocas semanas después la camiseta estuvo también a disposición de los aficionados en las estanterías de los almacenes de ropa deportiva de la capital.

Sin querer queriendo, desde el más allá el célebre «Bandi» aportó unos pesitos más a las casi siempre alicaídas arcas cardenales. .

Edilberto Salazar

Sobrio y elegante volante de creación que después de descollar en Cooperamos Tolima y en Rionegro llegara a Santa Fe a comienzos de 1999 para conformar junto a Gustavo del Toro y Nelson «Tyson» Hurtado, entre otros, un inolvidable combo que supo dejar huella en la memoria de los dependientes de las licorerías de Pablo VI y Rafael Núñez, barrios residenciales de la capital en los que estos valores santafereños protagonizaron toda suerte de excesos y desmanes.

Su irregular desempeño en la cancha, distante del que se le observara en los estancos, le valió el tiquete de regreso a la siempre inhóspita división de ascenso criolla como refuerzo del Cúcuta Deportivo. Su regreso a la primera B sería fugaz gracias a que a comienzos de 2000 el Deportivo Pasto lo trajo de regreso a la primera división como refuerzo para esta temporada.

Armado sólo con un audaz empresario, Edilberto llegaría a comienzos de 2001 a Millonarios protagonizando un fichaje que despertara sendas dudas entre la parcial y gran regocijo en el gremio de las cigarrerias, perfumerias y licorerias. De regreso en la capital, su desempeño –en las canchas– fue ligeramente inferior al que hacía dos años había mostrado en el rival de patio. Licenciado por bajo rendimiento, fue a parar al Deportes Tolima en el segundo semestre, equipo que a su vez le sirvió como trampolín para un triunfal regreso a Pasto para comienzos de 2002. Agotado ya el mercado local, su vivaz empresario decidió entonces enfilar baterías hacia el sur siendo el siempre hospitalario rentado peruano el elegido.

En la tierra del Inca vivió su cuarto de hora en un cuadro con los pergaminos del Deportivo Wanka, en donde diez goles en 21 partidos le permitieron, por primera y única vez en su carrera, hacerse acreedor a los mimos de la afición. Su gran suceso en Wanka le permitió ascender algunos peldaños y llegar al Alianza Atlético de Sullana, equipo en el que volvío a ser el mismo volante con esporádicos chispazos de algo que en el rentado peruano y en la primera B colombiana alcanza a recibir el calificativo de talento. Cuatro goles en 26 partidos le sirvieron a Edilberto para recalar en el ya extinto Estudiantes Grau equipo en el que fue testigo de la huída a mitad de temporada de su cuadro directivo dejando el equipo en manos de unos pocos filántropos que decidieron quedarse para terminar la temporada sin recibir a cambio nada diferente a la indiferencia de la parcial y uno que otro reconocimiento a su abnegación por parte de la crónica deportiva. Una mala temporada de su empresario le obligó a Edilberto a figurar en la lista de los filántropos.

Este desaire de su representante fue subsanado de una manera que ni el mismo Edilberto en el más agudo de sus delirios habría alcanzado a imaginar. En efecto, gracias a una maniobra que sentó un precedente que tardará décadas en ser siquiera igualado entre los empresarios criollos, su inescrupuloso agente logró instalarlo en el Millonarios del «Pecoso» Castro valiendose de la vieja táctica del «refuerzo-de-ultima-hora-tocó-este-por-que-no-había-más». El balance de su segundo regreso a las toldas albiazules reúne todos los requerimientos para dar inicio al respectivo proceso penal: sólo apareció en el último partido en Bucaramanga, cuando ya se había consumado la eliminación azul para recibir 15 minutos después de su ingreso una muy merecida tarjeta roja consecuencia de un infame guadañazo que supo propinarle a un joven valor bucaro. No sobra aclarar que la precisión en la patada fue la misma que mostró cada quince días ante el cajero de la sucursal bancaria en la que cobraba su generoso salario. Infinitamente agradecido con su empresario y con su futuro asegurado huyó sin dejar rastro alguno. Expertos en la materia auguran no obstante que la parcial azul todavía no ha visto el último regreso de Edilberto. Apreciación con la que coincide su ahora potentado empresario..

Juan Carlos Docabo

El Junior de Barranquilla en 1991 necesitaba un arquero con las suficientes condiciones como para adueñarse de un puesto que tradicionalmente ha sido ocupado por mano de obra foránea y donde se quemaron pseudoproyectos criollos como Javier Chimá, Calixto Chiquillo, Leonidas De La Hoz y en tiempos recientes Carlos Pérez.

Algún directivo comentó por lo bajo que había visto un par de portadas de la Revista El Gráfico en 1989 donde habían mencionado a un tal Docabo que pintaba bien. Juan Carlos entonces era una de las más grandes promesas en el arco de San Lorenzo de Almagro pero su carácter indomable lo había relegado a temporadas larguísimas en la banca. Eso terminó atrofiando este proyecto porque, sin que nadie lo supiera, el buen arquero pero de personalidad muy fuerte, recaló poco tiempo después en Vélez Sarsfield en donde también tuvo problemas por agarrarse con todo el mundo.

No cabe duda entonces que un atarvancito argentino, de topo en la oreja y actitud de James Dean tenía poco futuro en Barranquilla y así fue. Sus actuaciones fueron muy malas y terminó yéndose una triste tarde de 1991 en la que el Deportivo Independiente Medellín goleó 4-0 al Junior con cuatro tantos de Jorge Daniel Jara, tres de ellos colaboración exclusiva del gaucho.

Después deambuló por Temuco (Chile), Chacarita, Estudiantes, Perugia y Viterbese de Italia y se dio el lujo de ser campeón con Vélez Sarsfield en 1994 (como suplente, claro) de la Copa Libertadores de América.
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Ano…Dinas

¿Se acuerdan del partido de despedida de Carlos “Pibe” Valderrama? A la derecha de esta imagen Jaime Dinas, cronista de marras quien gusta de vestir esmoquin ya sea en el helado mundial de Finlandia o en el turbio clima del Defensores del Chaco, gritaba y empujaba colegas en la pista atlética, como si fuera uno de esos malencarados guardias de seguridad instalados en algún bar, para él aparecer en todas las fotos con el “Mono” de Pescaíto. Incluso fue capaz de cargar un lienzo que le regalaron a Valderrama, tan grande como el tablero electrónico del Estadio El Campín, con tal de estar cerca de su estrella. ¿Prensa yo?, sí, pero más importante que el crack…

Y así el periodista recorre todos los lugares más recónditos y las geografías más escarpadas, buscando que algunos que ya saben que su nombre está instalado en la élite, queden definitivamente situados en el Olimpo de la posteridad al tomarse una foto con él. Entonces las figuras del fútbol se pelean por una imagen de Dinas. Roy Makaay, Zinedine Zidane (qué cara de alegría la que destila Zizou en la imagen), Iker Casillas, Ronaldinho guardan celosamente su fotografía. Por fin consiguieron estar al lado de él.

Foto: www.jaimedinas.com

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Jair "Chigüiro " Benítez

“¡Belleeeeeeza, Belleeeeeeza!”, la frase de guerra usada por Héctor “Bambino” Veira para alentar a sus futbolistas, poco o nada le cabe a este lateral que, a pesar de tener comprobadísimos problemas futbolísticos, es frecuentemente convocado a Selecciones Colombia y goza de ser un jugador cotizado en el mercado de pases.

Dueño de uno de los mejores apodos hasta ahora oídos en el mundo del fútbol, Benítez suele ocupar la franja lateral izquierda de su campo, lo que no significa que en este sector marque, ataque, o simplemente juegue.

Por eso, porque no jugaba, alguna vez Edison Mafla lo hizo aún más famoso cuando, en un partido en Bogotá cuando ambos defendían la casaca de Santa Fe le mandó un cachetadón inolvidable. El peritaje de Medicina Legal dijo que aunque Benítez quedó con la mejilla hinchada, el más afectado por la escaramuza fue Mafla, a quien hubo que ponerle 16 puntos de sutura en la palma y 31 inyecciones antitetánicas por haberse cortado con ese alambre de púas que Benítez carga en su boca.

Elegido por los periodistas de Fox Sports como el hombre más feo del fútbol argentino, empezó a despuntar su carrera en el Envigado. Santa Fe, Medellín, Cali y hasta Colón de Santa Fe supieron de sus increíbles hazañas, de sus flirteos permanentes con el sexo opuesto, pero nunca de sus proezas futbolísticas. Y es que son muy pocas. Al “Chigüi” (como le dice cariñosamente Jorge Eliécer Torres) lo sobrepasó su envase. Su facha fue más importante que su carrera.
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Pequeño, pero sencillo reconocimiento

El Bestiario del balón, siempre preocupado por la suerte de quienes han desfilado por este espacio, desea compartir con sus lectores la alegría que nos embarga ante los éxitos que ha cosechado Lucho Herrera como asistente técnico de la selección ecuatoriana en el Mundial de Alemania 2006. Francia y España ya lo consagraron por sus ejecutorias sobre la bici, la gloria lo espera ahora en los estadios alemanes. .

Singular compendio de rarezas


Estas imágenes corresponden a un clásico amistoso disputado a puerta cerrada en El Campín a comienzos de 1989 que si bien en su momento supo pasar desapercibido, el Bestiario, siempre preocupado por reconstruir la historia que no se ha contado de nuestro rentado, hoy lo rescata para darle llevarlo al lugar que se merece en la memoria de nuestros lectores.

Además del ya homenajeado Dorian Zuluaga, las imágenes nos muestran a Millonarios luciendo el uniforme alterno de manga larga que utilizara ese año en su partido en el partido de la segunda fase de la Copa Libertadores contra Bolívar en La Paz. A la falta de público –para la época NO era algo común– se le suma el ver a Millonarios luciendo en Bogotá su uniforme alterno, cuadro rara vez visto en el gramado del Campín. Saldo final del cotejo: victoria azul 1-0 con gol de penalty cobrado por Mario Vanemerack. Por mero formalismo incluimos el resultado pues es claro que ante lo bizarro de las imágenes, el resultado no alcanza si quiera la categoría de anécdotico. .

John Sandoval

Espigado lateral derecho bogotano que saltara a la fama a comienzos del segundo semestre de 2002 cuando en un ejercicio de libre interpretación de la norma recién introducida que obligaba a alinear a un jugador sub-19 el entonces técnico de Millonarios José “Cheché” Hernández ordenó su salida del terreno de juego para que fuera reemplazado por el panameño Víctor Herrera (en primera línea de candidatos a homenaje) en el primer minuto del partido que en esa tarde julio los azules disputaban contra el Deportes Tolima.

Como sucede con el 90% de quienes engrosan este espacio, la fama le llegaría a Sandoval por donde menos se lo esperaba y, seguramente, por donde menos hubiese querido. En efecto, al día siguiente su casa padeció los embates de la tradicional horda de inquietos monaguillos deportivos quienes, como es la costumbre en estos casos, haciendo gala de una chabacanería notable indagaron –al tiempo que vertían sobre la residencia del joven futbolista cantidades industriales de sal– por cuanto gusto, fobia, manía y resabio ostentaba la naciente figura.

Hay que decir que la sal vertida por los periodistas que cubrieron el escándalo propiciado por “Cheché” obró de maravilla: de Sandoval sólo se volvió a tener noticia en las contadas ocasiones en las que ingresó sobre el final de los partidos. No sobra añadir que no había terminado de aparecer Sandoval en la zona de traslado cuando las juiciosas y rigurosas reconstrucciones de la sagaz maniobra del “Cheché” absorbían la totalidad de la capacidad de concentración de los fanáticos obligándolos a dejar en segundo plano el partido en curso.

Un partido como titular en 2003 con Peluffo y otros tantos con el juvenil equipo de Oscar Cortés fue el saldo final del paso por Millonarios de este jugador que nunca pudo sacudirse la sal que gracias a Hernández y a la siempre acuciosa prensa deportiva nacional cayera sobre él gracias a aquel ingrato suceso que logró catapultarlo a una bizarra fama que muchos cambiarían por un apartamento con estufa, dos gatos y tele en color.

De Millonarios salió a comienzos de 2005 rumbo a la Academia Compensar, equipo en el que ha alternado entre la suplencia y la titularidad sin haberse podido librar aún de esa incómoda condición de raro y curioso cortesía del buen José Eugenio. “¿Se acuerda de esa vez que Cheché sacó a un pelado para meter a ese paquete panameño?” esta pregunta todavía se escucha los sábados cada quince días en el coqueto estadio de Compensar. John, aseguran, ya no se perturba: finalmente supo aprender a vivir con la fama.
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