
Arquero de la selección chilena y de trayectoria importante en O’Higgins, Temuco, Universidad Católica, Vélez Sarsfield (jugó sólo dos partidos) Unión Española, Cobreloa y Santos que una vez retirado de la actividad profesional decidió venir unos meses a Barranquilla a descansar de tantos años de viajes, pretemporadas y concentraciones. Aprovechó también Nelson para estar una temporada consigo mismo, para reflexionar sobre su futuro después del fútbol y, de paso, en sus ratos libres, para tapar algunos partidos con el Junior.
De estos partidos se recuerda, además de una inocultable estampa de exfutbolista –su sola presencia hacía recordar a aquellos futbolistas que después de varios años vuelven a aparecer sobre un gramado en partidos de despedida de algún antiguo colega– una bermuda negra saltacharcos que le llegaba un poco más arriba del tobillo aportando algo de oscura gracia a un cuadro francamente lamentable.
Más preocupado por cuestiones existenciales que tarde o temprano afloran después de haberle dicho adiós a la actividad, los primeros partidos de Tapia con el Junior se caracterizaron por su falta de reflejos, sus aparatosas salidas a cortar centros y por haberse llevado de a tres y de a cuatro goles para el hogar de paso que lo acogió durante su breve estancia barranquillera. Con el paso de las semanas, mostró alguna leve mejoría –consecuencia lógica de la semana de retiro espiritual que antecedió ese domingo– en un clásico en Santa Marta contra Unión. Luego, el Medellín le encajó tres y dos semanas después del América se hizo presente en su cabaña con cuatro pepazos. “Es un tipo muy querido por todos» aseguró Peluffo antes de enviarlo al banco para el partido contra Cartagena. Esta decisión no fue del todo del agrado de Tapia y decidió dar por terminado su período de vacaciones en Colombia. Poco tiempo después aseguró que su paupérrimo rendimiento se debió a que el lugar en el que entrenaba el Junior estaba plagado de culebras que le impedían estirarse con la seguridad de que al caer no lo haría sobre algún desprevenido reptil.
Le faltó argüir que los gemidos de los caimanes apareándose a orillas del Magadalena no le permitían conciliar el sueño.
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