No fue como muchos creerían, Sergio Goycochea el último argentino que después de vestir la azul de Millos se puso la azul celeste de la selección de su país.
Fue Leonardo Sebastián Prediguer, quien hizo parte del plantel profesional azul en 2007, pero sin llegar a jugar un solo minuto, de ahí que la anterior afirmación pueda ser objeto de fundados cuestionamientos de puristas y leguleyos. Los mismos que mencionarán a Hugo Morales, pero es que él fue seleccionado antes, mucho antes, diez años antes de llegar a Millonarios.
Pataleos aparte, esta historia comienza en enero con la Copa Ciudad de Santa Fe (Argentina) que disputó el equipo entonces dirigido por un Juan Carlos Osorio todavía sin adaptarse del todo al ecosistema futbolero local tras su larga estadía en Inglaterra: construía frases en inglés, se le colaban no pocos anglicismos y algunos todavía lo llamaban el ‘mister’.
En el equipaje, acomodado junto a los ocho goles en dos partidos que le metieron al ‘embajador’ se coló Prediguer. Por qué terminó ahí es una pregunta que sigue sin resolverse. Tal vez desde muy chico ‘Sebas’ fue un secreto pero riguroso e intenso admirador de la cultura muisca y quería a como diera lugar vivir una temporada en los otrora dominios del Zipa; quizás en su fuero más privado escondía un publicista y sabía bien que en tierras muiscas su aspecto y, sobre todo, su acento equivalen a un doctorado en este campo cursado por un criollo. Pero la versión que más fuerza cobró entonces fue la de que se trató de un capricho. Pudo haber sido de Juan Carlos López, el entonces presidente de Millos, o de su hijo o, por qué no, de su esposa.
Lo cierto es que la inactividad del argentino, que estuvo todo un semestre sin si quiera poder sentir en su coxis la firmeza y textura de las sillas en fibra de vidrio que para entonces estaban instaladas en los bancos del Campín. Nada. «Ese mono yo no lo pedí entonces que pasee, que conozca el Museo del Oro, que si quiere que lo lleven a Andrés y bien pueda emborráchese porque igual no lo voy a poner», pudo haber dicho Osorio. Ni que le dijeran que el pibe venía de ser jugador de la sub20 de su país le sirvió al carismático pero impredecible estratega.
Terminada su estancia tipo intercambio estudiantil en Bogotá, Prediguer regresó a Colón, donde descolló. Tanto, que dos años después estaba instalado en el Porto con la carta con la que la Afa le comunicó a su club la convocatoria a un amistoso de la selección de mayores contra Panamá enmarcada en el hall de entrada de su apartamento portugués.
Tras el destello, el declive paulatino, como dirían en Instagram, la muerte lenta. De Porto a Boca, de ahí Cruzeiro, regreso a Colón y recarga de fondos en Baniyas de la enigmática liga de los Emiratos Árabes -hay certeza de la existencia de las cuentas bancarias de sus equipos, pero a la fecha no hay registro audiovisual de partido alguno- tras ella su carrera adquirió un sabor eminentemente orgánico y local, pero sobre todo local, con pasos por Estudiantes de la Plata, Belgrano y Newells, equipo que fue trampolín para dar el salto a San Martín de Tucuman de la Primera B Nacional.
Equipo complicado para el tema de la indumentaria y Equidad. Cuando llegó a la primera división en 2007 invocaron no sabemos qué parágrafo de quién sabe qué artículo de vaya uno a tener idea de qué libro sagrado del cooperativismo para no recurrir a marcas reconocidas y quedarse con una de corte cooperativo y, en todo caso, ‘in-house’.
Con el tiempo dicha barrera fue cediendo y los aseguradores recurrieron a la muy bogotana Saeta y después a la también capitalina Kimo.
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Pero el salto del cooperativismo a las grandes corporaciones solo tuvo lugar en junio de 2016, con el anuncio de la llegada de Puma en calidad de ‘sponsor’ oficial del equipo oficinista de Colombia. Toda una novedad que sacudió a sus miles de empleados hinchas. Con un bombo inusual en una institución tradicionalmente apegada al recato y al bajo perfil se anunció su llegada.
Hasta ahí nada raro. Lo anómalo comienza a darse cuando observadores agudos advierten que el tercer equipo de Bogotá está saliendo a las canchas del país con un atuendo con diseño de Puma, colores de Puma, números de Puma, cuello de Puma, mangas de Puma, tela de Puma pero sin logo de Puma. Es decir: un uniforme Puma no Puma. El mismo que se le vio contra Millonarios en el partido de vuelta de los cuartos de final de la Liga Águila II.
Fuentes consultadas afirman que la relación comercial entre aseguradores y alemanes ha sido tortuosa, con incumplimientos de los segundos. Algo similar ha vivido el Medellìn, el otro equipo con el felino en su camiseta. La solución de los bogotanos, al parecer, fue cooperar, no enredar y mandar a hacer un uniforme igual pero sin el logo. Libre de las ataduras de las cláusulas que rigen el vestir de competencia en el fútbol moderno, Cristian Bonilla dio rienda suelta a su niño interior que es fanático de Adidas y en el partido de ida en Techo saltó a la cancha con un buzo de esa marca, en un acto de rebeldía de esos que hacen único e irrepetible a nuestro querido y nunca bien ponderado rentado.
Se podría hablar de intersticios, pliegues, zonas grises. Nos referimos a esos períodos entre el fin del contrato con una marca y aquel en el que está listo el diseño con el que arranca la nueva. En particular cuando se trata de selecciones.
Son lapsos, a veces de días, otras de meses, en los que los diseñadores dudan, pero la pelota sigue rodando. Es decir: hay amistosos, a veces torneos juveniles en los que hay que saltar a la cancha con alguna cosa puesta y que tenga el logo del nuevo ‘sponsor’ oficial, pero sin dar pistas sobre cómo se verá la nueva y definitiva indumentaria. Diseños de combate «mientras el cliente nos da el OK». Casi siempre son lo más estándar posible, las plantillas más decafeinadas de la marca.
La selección Colombia sí que da razón de estos momentos de tránsito y transformación, como diría el horóscopo.
Tales días anómalos solo son posibles cuando hay contratos con firmas que aportan la indumentaria. Como es bien conocido, el debut del país en estas lides tuvo lugar en enero de 1993 con Umbro. Por supuesto, el ‘look’ definitivo no estaba listo y Colombia tuvo que jugar los primeros partidos del año, entre ellos el de la despedida a Arnoldo Iguarán en el Campín con este (sí, y el esperpento del patrocinio que nos hizo acreedores a un comparendo -y no pedagógico- de la Fifa por violar varias normas de la competición entre selecciones además de ofender al sentido común):
Mayo de 1993, primer y efímero diseño Umbro
Pronto llegaría, y todavía con patrocinio, la camiseta definitiva. Sí, la del 5-0.
Al año siguiente en circunstancias aún no esclarecidas por completo -algunos culpan a la Fifa, otros a la Federación, otros a Peñalosa- se decidió cambiar el uniforme alterno. Abandonar la roja y adoptar la azul. Aquí se abrió un nuevo paréntesis de los que hoy nos convocan. El primer diseño de camiseta azul de Colombia fue efímero: tenía cuello rojo y solo se utilizó en un partido, y qué partido: aquel en el que una lesión del ‘Pibe’ Valderrama obligó a incluir a la camándula en la canasta familiar de entonces.
La primera azul, la de la lesión del Pibe. Modelo: John Jairo Trellez (stock models).
Semanas después se conocería la azul definitiva. Nadie se imaginaría que sería el traje oficial de la debacle contra Rumanía.Una tercera versión del atuendo celeste fue el que se le vio a los de Bolillo contra Quito en Ecuador en la eliminatoria a Francia.
Lo que viene después es apenas digno del Bestiario del balón (?). Tres años después -es que el capitalismo y su consumismo voraz aplicado a la confección deportiva no habían alcanzado el desenfreno actual- Umbro consideró que era hora de renovar el clóset. Entonces presentó un nuevo diseño que el equipo del Bolillo lució en el primer semestre de 1997 (era la eliminatoria a Francia). Era uno muy similar pero cambiando los balones de fondo por unos ‘COLOMBIA’ en distintos tamaños de fuente (nada llamado a marcar un antes y un después en términos de diseño deportivo, en cualquier caso).
El Umbro colombiaCOLOMBIAcolombiaCOLOMBIA
Pero la nueva ‘muda’ resultó con efecto catrasca (cagada tras cagada: derrota en Barranquilla contra Perú, en Asunción contra Paraguay) y los jugadores decidieron que era mejor regresar al anterior diseño mientras al nuevo se le hacía una limpia con ruda. Seguramente resultado de esta operación de higiene mística, fue un simpático híbrido sin antecedente conocido que luciera en uno de los partidos de la Copa América de 1997 Néider Morantes. Como se puede ver, la camiseta tiene la tela del diseño anterior y un cuello que es un auténtico esperpento que combina elementos de ambos. Hagan de cuenta un renacuajo en pleno tránsito a rana.
Néider Yesí en plena Copa América de Bolivia y su uniforme en plena metamorfosis.
El caso es que Colombia finalmente terminaría sus días oficiales Umbro con la referencia ‘balones’. Con dicho atuendo saltó a la cancha en la última fecha, partido contra Argentina en la Bombonera. Con cinta aislante amarilla y azul se cubrió
Y decimos oficiales porque al año siguiente hubo dos partidos en Bogotá: contra Boca (sí, lector milenial, antes jugaban equipos y selecciones) y Yugoslavia en los que se recurrió al Umbro-ColombiaCOLOMBIA, pero recurriendo, ‘por sugerencia de jurídica’ a la cinta aislante para tapar el nombre y el logo de la marca con la que ya no había contrato vigente.
«Ponle cinta aislante al logo, mandan decir los de jurídica», la orden que aquella noche contra Yugoslavia en el Campín recibió el utilero.
Terminado el largo vínculo con los ingleses, apareció Reebok. Y aquí un par de aportes más a nuestro álbum de la provisionalidad: antes de estrenarse la camiseta con la que se jugaría el mundial de Francia en dos amistosos el equipo del siempre incomprendido ‘Bolillo’ jugó con un atuendo Reebok ref. ‘salir del paso’. Era un ‘template’ megaprovisional estándar de la firma norteamericana. Se le vio contra Paraguay en New Haven (Connecticut) y contra Chile en Santiago. En este partido Léider Preciado hizo dos goles y reconfirmó con ellos su cupo al mundial (recordemos que apenas había reventado para el fútbol -para otras cosas no hay claridad- en enero, como si a esta hora la figura de Colombia en Rusia durmiera en la sala de espera de alguna ignota terminal de transporte).
Con sus goles a Chile, Léider dejó de ser delantero provisional. La camiseta que luce, en cambio, no clasificó a Francia.
Quedan dos páginas más. Así como Reebok arrancó con aires provisionales, igual cerró. Fue en el suramericano sub20 de 2003 celebrado en Uruguay. Para entonces el contrato con la marca agonizaba y ya se abría paso Lotto filial Eje Cafetero, sin que hubiera nada firmado aún. Tal zona gris obligó a apelar de nuevo a la cinta aislante amarilla como solución salomónica y, en efecto, con ella se cubrió el logo y el nombre de la marca en retirada en las camisetas de los de Reinaldo Rueda.
Despedida de Reebok, también con cinta aislante: suramericano sub20 de 2003.
Y la más reciente se escribió en 2011, con la llegada de Adidas. En los primeros meses de ese año de nuevo fue preciso aperar con alguna cosa a las selecciones juveniles, femeninas y de mayores con días marcados en la agenda. Para ello alguien en la firma alemana mandó pedir dos diseños ‘básicos, de los que tenemos para empresas’, uno azul y uno amarillo y con ellos se superó el impasse. Uno de ellos, un `picado’ contra España en el Bernabeu. Sí, ese que le jodió la ida a cine a ‘Bolillo’.
El primer Adidas: template genérica a más no poder.
Premio Príncipe de Marulanda al chascarrillo del 2014 entregado de forma adelantada por obvias razonas y abrumadora unanimidad entre nuestro cuerpo de sabios asesores a la celebración de la octava estrella de Junior de Barranquilla.
La banca puede ser mala compañía. Hay mucho tiempo libre para darle rienda suelta al pensamiento. Eso fue lo que le pasó al siempre admirable «Peto» Rodríguez. Habitual suplente de Sebastián Viera, el «Peto» -no existe un mejor apodo para explicar la situación de Rodríguez en el fútbol- empezó a imaginar cuál debía ser la manera más adecuada para volver a salir con el número 1 en la espalda y poder darse el lujo de mandar besos en las cámaras de tv mientras que se desarrollan los actos protocolarios.
El «Peto» tenía el gesto cansado y resignado. Su único consuelo era saber que José Luis Chunga -tercer arquero del Junior- es un suplente bis, que es más crítico. Por eso sus compañeros decidieron subirle el ánimo. Cada día en las prácticas los mensajes eran: «¡pelea que vas a ser titular!», «¡lucha por aparecer de titular!» y demás vítores animosos.
Fue muy literal el pobre «Peto». Peleó y claro, fue titular. Pero de prensa.
Y mientras el «Peto» andaba respondiendo por sus salvajadas ante las autoridades, el ganador fue José Luis Chunga: ante la ausencia del «Peto» y la suspensión de Viera, terminó siendo titular-titular ante La Equidad.
Ya en su momento habíamos reseñado ese esperpento que fue el Torneo de las Américas sub23,certamen celebrado en febrero de 1994 que reunió en el país a la élite de la categoría, incluyendo por supuesto a los grandes: Uruguay, Argentina, Brasil y Antioquia.
Pero había muy poco soporte audiovisual, aspecto fundamental para terminar de convencer a los que, con toda la razón, permanecían incrédulos. Por suerte nuestra recién creada unidad de big data dio con este registro de los goles de la final, partido que tuvo todos los ingredientes que los cánones de los partidos contra Uruguay señalan: equitativa repartición de pata, gresca y memorables correteadas.
Bonus track: el debut internacional de Juan Carlos Henao que tuvo que usar el discado directo nacional para comentarlo con su familia en Medellín porque entonces no había todavía celulares en Colombia.
Después de conocer en detalle cómo transcurría la vida del arquero-viajero y emprendedor holandés Andre Krul en Tunja, ahora aparece este video en el que el personaje, ya tan del corazón de la comunidad bestiarista, nos cuenta detalles hasta ahora desconocidos de su travesía.
1) se echa gomina para jugar fútbol.
2) juega con pantalón de sudadera puesto y no es arquero.
3) usa la camiseta vieja de Colombia.
4) usa la camiseta dentro del pantalón de sudadera.
5) le echa Griffin a los tenis antes de jugar.
6) aunque es de derecha, le pega de zurda.
7) no se puede desmarcar de un tipo que juega con bluyín puesto.
8) tiene policía en el fondo de la cancha pero no sale en tanqueta.
9) juega en el parque un picado y organiza rueda de prensa para contar incidencias del partido.
10) es político y juega fútbol -sabemos que eso es imposible-.
11) en el fondo sabe que perder -los comicios- es ganar un poco.