Proyecto Basigalup: cuando Millonarios decidió clonar arqueros

XG3 y XG4 bajo la identidad de Esteban Basigalup y Fabio Calle.

Fue necesario que pasaran treinta años, tiempo establecido por la legislación británica para desclasificar documentos confidenciales para que en Colombia se conozcan por fin los detalles de uno de los más delirantes y escandalosos capítulos de la historia del fútbol colombiano: cuando Millonarios intentó clonar arqueros.

Todo comenzó en 1983, año en el que al equipo azul de Bogotá llegaron nuevos accionistas, entre ellos inversionistas que hoy merecerían en medios de comunicación el apelativo de polémicos empresarios. Sea cual fuera el origen de sus recursos, el caso es que fueron tiempos de vacas gordas para los embajadores.

De ello estaba al tanto José Munurri, asistente técnico del uruguayo Juan Martín Mujica, padre del hoy célebre investigador del Royal College of London, Samuel Munurri, autoridad mundial en genética humana aplicada y fanático futbolero como su padre.

Desde entonces Munurri hijo ya adelantaba revolucionarios estudios en materia de clonación, algo de lo que estaba al tanto su padre quien tan pronto llegó se percató de la generosísima chequera de los dueños del equipo.

Fue así como el clic no tardó: Munurri padre rápidamente le advirtió a su hijo que en su nuevo lugar de trabajo podría haber financiación para lo que fuera siempre y cuando se le supiera llegar a los dueños con una propuesta que les tocara alguna fibra, en este caso, su pasión por el balompié.

En la primera ocasión que tuvo de hablar con Gonzalo Rodríguez Gacha, el gran mecenas azul de entonces, el asistente de Mujica fue al grano: “mirá, tengo un pibe en Londres que te puede solucionar el tema del arco por años y te sale más barato que contratando arqueros”.

El mecenas.

Lustros antes de la oveja Dolly que introdujo al planeta el concepto de la clonación, Gacha, por supuesto, no tenía idea de a qué se refería el advenedizo asistente del DT. Sin entender del todo el proyecto, le animó ser patrocinador de algo tan vanguardista y puso a disposición tres bolsas de Febor repletas de billetes de cien dólares.

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Munurri hijo siempre tuvo una debilidad con el arco, fue, sin más rodeos, un arquero frustrado desde temprana edad, además de coleccionador de arcos de estadios y canchas de barrio del mundo en su hogar a las afueras de la capital británica no obstante la férrea oposición de su esposa, una temperamental albanesa.

Ni a ella ni a nadie le sorprendió que la de golero haya sido la posición elegida para el proyecto piloto de clonación de deportistas de alto rendimiento, esta última, idea que lo obsesionó desde el primer día de sus estudios de medicina.

Con la financiación lista, el eminente científico empacó maletas con destino a Colombia. Allí consiguió un espacio suficiente en la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales, aledaña a la finca de la autopista norte donde entrenaba Millonarios.

La idea era comenzar con dos prototipos a partir de células tomadas de un mechón de pelo del legendario arquero de Platense en los 40, Carlos Roberto Mestróngelo, que el abuelo de los Munurri conservaba.

Carlos Roberto Mestróngelo, leyenda de Platense.

El trabajo fue arduo, de sol a sol y con no pocas noches, pero rindió sus frutos en diciembre de 1984, casi dos años después y, en todo caso, mucho antes de la irrupción de la mencionada ovejita Dolly –primera clonación ‘oficial’, pero es bien sabido que por disposición de los Iluminati, otras tantas han permanecido ocultas y de humanos, incluso-.

El resultado fueron tres arqueros y sin embargo seres humanos que fueron clonados a 2600 metros de altura sobre el nivel del mar en una recóndita sabana del trópico.

Dos de ellos fueron fiel copia de Mestróngelo y en esa medida fueron testimonio de éxito. El tercero encarnó un fracaso pues es la hora que no sabe de quién es clon. “Bien pudo haber sido de mi tío Oswaldo, que alguna vez lloró sobre el mechón de Mestróngelo tras uno de tantos descensos de Platense, pero no hubo manera de confirmarlo”, explicaría años después Munurri.

TV56 bajo la identidad de Ruben Cuevas: ¿qué pasó ahí genes?

Por supuesto, las directivas embajadores no podían salir de la nada con tres goleros. Mucho menos presentarlos con las denominaciones que recibieron en el marco del proyecto: prototipo XG3 y prototipo XG4, para los clones del legendario cancerbero y TV56, para el prototipo misterioso.

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La solución fue ubicar a tres arqueros de algún grado de reconocimiento, más o menos parecidos a los prototipos (y, en consecuencia, dos de ellos a Mestróngelo) y ofrecerles vacaciones en Cartagena durante un año con la condición de guardar silencio y absoluta discreción.

A la prensa se le diría que Millonarios había decidido contar con Esteban Basigalup (argentino) y a los colombianos Fabio Calle y Rubén Cuevas, tres guardavallas con trayectoria rastreable. Los tres, tal y como estaba planeado, fueron enviados a la capital de Bolívar durante todo el año. Para evitar ser reconocidos y que fracasara el proyecto a Basigalup y a Calle se les pidió afeitarse el bigote mientras que a Cuevas, convencido lampiño, se le procuró uno postizo. Los tres estuvieron siempre bajo la estricta vigilancia de alias “Doblestopper”, escolta de confianza de Rodríguez Gacha.

Única imagen de los arqueros verdaderos durante su estancia cartagenera. Aquí Ruben Cuevas (bigote) departe en las playas de Bocagrande con amigos de ocasión.

Todo estaba servido para el éxito del proyecto, pero los frecuentes bloopers de XG3 bajo la identidad de Esteban Basigalup y la falta de consistencia de XG4  bajo la identidad de Fabio Calle cuando se vio obligado a reemplazarlo abrieron un interrogante enorme: sí, eran idénticos a Mestróngelo, ¿pero el talento qué?

Para septiembre estaba claro para Munurri y su equipo que no hay gen que contenga las habilidades bajo el arco. La de Millonarios era la quinta valla más veces vencida del campeonato.

“Tanta jodedera y tanto billete para que me salgan con estos paquetes y justo cuando Pablo me está pidiendo caja menor, no, coman mierda y a ese par de hijueputas culebreros no los quiero ver más”.

Con esta sentencia del ‘Mexicano’ el proyecto Basigalup llegó a su fin y Munurri padre e hijo tuvieron que abandonar el país, raudos, en un 707 de Aerolíneas Argentinas una tarde de octubre.

Lo ocurrido permitió que los últimos partidos de un año que no fue bueno para los azules –ya dirigidos por Eduardo Luján Manera- los tapara el verdadero Basigalup, sin marcar diferencia, por cierto.

Terminada la aventura,  Basigalup, Calle y Cuevas siguieron con sus carreras sin mayor suceso, mientras que de los clones solo se tienen datos de XG3 que decidió no abandonar la identidad asignada pero tomar otro rumbo: incursionó con relativo éxito en el arte. Esta fue, según lo reconocieron tiempo después sus familiares, la verdadera pasión de la vida de Carlos Roberto Mestróngelo tal y como lo habría confesado en su lecho de muerte. Dijo, agonizante, que nunca le pudo dar rienda suelta por culpa de los malditos prejuicios que sobre la relación entre el arte y los varones acechaban en la época.

XG3 en el nuevo rumbo que tomó su artificial vida.

 

La razón por la que Carlos Bejarano se fue a Guinea Ecuatorial

Todo coincide: la fecha de realización de esta pesadísima broma antecede a aquella en la que Carlos Bejarano decidió aceptar la oferta para conformar la selección de Guinea Ecuatorial que disputó la eliminatoria a Brasil 2014 junto con  Jimmy Bermúdez, Jhonnier González, Roland De la Cruz, César Rivas, Yoiver González, Danny Quendambú y Fernely Castillo.

Tal vez lo estaba dudando. Quizás un impulso moral de última hora lo hizo sentir traidor a la patria, la disyuntiva no era fácil. Pero después de vivir algo así cualquiera pierde la fe en sus compatriotas y automáticamente se le disparan las ganas de hacerse matar por cualquier bandera menos la de un país que te somete a semejante ridículo en el prime time dominical.

La pelea del suplente por estar entre los titulares

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La banca puede ser mala compañía. Hay mucho tiempo libre para darle rienda suelta al pensamiento. Eso fue lo que le pasó al siempre admirable «Peto» Rodríguez. Habitual suplente de Sebastián Viera, el «Peto» -no existe un mejor apodo para explicar la situación de Rodríguez en el fútbol- empezó a imaginar cuál debía ser la manera más adecuada para volver a salir con el número 1 en la espalda y poder darse el lujo de mandar besos en las cámaras de tv mientras que se desarrollan los actos protocolarios.

El «Peto» tenía el gesto cansado y resignado. Su único consuelo era saber que José Luis Chunga -tercer arquero del Junior- es un suplente bis, que es más crítico. Por eso sus compañeros decidieron subirle el ánimo. Cada día en las prácticas los mensajes eran: «¡pelea que vas a ser titular!», «¡lucha por aparecer de titular!» y demás vítores animosos.

Fue muy literal el pobre «Peto». Peleó y claro, fue titular. Pero de prensa.

Y mientras el «Peto» andaba respondiendo por sus salvajadas ante las autoridades, el ganador fue José Luis Chunga: ante la ausencia del «Peto» y la suspensión de Viera, terminó siendo titular-titular ante La Equidad.

La historia de las monas del álbum referencia “redbrook”

Fotos de @juanmamoralesc

El boom es un hecho. En las calles hay toneladas de basura peores que las de diciembre con los carros recolectores después de que miles de fanáticos empezaran a comprar las láminas del álbum oficial del Mundial de Fútbol. La gente ya empieza a identificar los lugares de intercambio de figuritas y entienden que si quieren llenar el álbum antes que cualquiera deben estar acuartelados en sectores como la 90 con 15, el 2×3 de la 119 con 15 o irse a la ya tradicional esquina de la 19 con 7 para hipotecar la casa a cambio de las monas que aún no han sido pegadas.

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Pero hay avivatos que juegan con la conciencia/inconsciencia de aquellos que, como este grupo de trabajo, optó por no tener casa propia a temprana edad solamente por obtener los cromos de la selección de Irán en 1998. De hecho expertos indicaron que la crisis económica de 1999 en el país se debió al gasto excesivo y a la poca capacidad de ahorro tras comprar esas figuritas.

Y en 1994 algún dueño de una imprenta -de acuerdo al costado de las láminas hay un espacio implicado- también quiso hacer la avionada del siglo. Aprovechó la docilidad de los compradores y el mercado se inundó de monas “chiviadas” que lo único que buscaban eran llenar los vacíos del alma que dejan las casillas sin ocupar de los futbolistas convocados en el álbum.

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Así pues, toda una generación se vio perjudicada por los precarios “caramelos” que desengalanaron las hojas del panini de ocasión. Monas truchas y de mala calidad. Una crisis similar se vivió en 1989 cuando el mismo dueño de imprenta hizo similar treta con los adhesivos de Garbage Pail Kids.

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Este extraño capítulo de la historia de los impresos hasta ahora pudo ser revelado con pruebas. Y el Bestiario del Balón solamente habla con pruebas (antidoping). Fue el capítulo Redbrook/Reebok del álbum de fútbol.

Primicia mundial: el día que comenzó la «Maldición Pelé»

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Siempre será reconfortante conocer el origen de las cosas. Medios de comunicación como New York Times, Le Monde, TMZ, Esquire y Actualidad Panamericana estuvieron durante años detrás de una imagen que constatara el comienzo de las maldiciones de Pelé sobre los equipos de fútbol que alguna vez quiso cobijar. La Unidad Investigativa del Bestiario del Balón, una de las más avezadas del medio, estuvo indagando sin cesar para adelantársele a todos en este propósito.

Y finalmente tras incesantes esfuerzos apareció la imagen que constata la debilidad de Pelé por hacer pronósticos. En la imagen de la revista francesa «Mondial» de junio de 1985, el Rey deja ver todo su ajuar para la predestinación. El kit Nostradamus contiene una toalla de las que no dejan mota, bola de cristal y abrigo modelo «Rubén Darío Insúa». Con estos tres elementos Pelé se reviste en sus ceremonias con las que determina cuál será el equipo campeón cada vez que se avecina un mundial de fútbol.

Sabemos que este portal destaca enteramente lo que pasa en campos criollos pero el valor de este documento hace que seamos capaces de darnos una licencia periodística.

¡La «chiva» (Cortés) fue nuestra!

Volver al pasado: el mundo cuando Farid apenas debutaba

A mediados de 1991, el extinto Sporting de Barranquilla visitó a Millonarios en el Campín. Más allá del resultado, 3-0 a favor del local,  nos interesa saber que su arquero titular, Lisandro Bello, se levantó ese día con el pie izquierdo. En la cancha fue un solo popurrí de errores, entre los que se destaca el haber concedido un tiro libre indirecto a favor de los azules luego de tomar el balón con las manos por segunda vez cuando recién se estrenaba esta prohibición. Tan mal andaba que, cosa poco común, para el segundo tiempo fue reemplazado. Entonces entró a la cancha un imberbe caleño inscrito en la planilla como Farid Mondragón. No era el abuelo, tampoco el padre. Ni un homónimo que existió décadas atrás y se dedicó a lo mismo. Es el que ustedes están pensando.  En el Bestiario del balón, siempre preocupados por traer la noticia, pero sobre todo su contexto quisimos recordar cómo era el planeta por esos días:

-El salario mínimo en Colombia era de 51.720 pesos.

-Hacía apenas tres semanas que la constitución de 1886 había sido sepultada.

-Estaban en cartelera: «Colmillo blanco», «León, peleador sin ley» y «Scanners II, el nuevo orden».

-En los hogares se le pedía a los niños no adelantar y atrasar los casetes con el Betamax porque se gastaban las cabezas y más bien utilizar el «Ginga», dispositivo creado para tal fin.

– «Sombra de tu sombra» era la novela del «prime time» y estaban en pleno furor «Te quiero pecas» y «Romeo y buseta«.

-Faltaban tres años para la llegada de los primeros celulares. La gente se escribía cartas y telegramas.

-El Reinado todavía paralizaba al país así como estábamos convencidos de que Miss Universo le importaba a todo el planeta tanto como el Mundial de fútbol.

-Aunque ya pasaba aceite, existía la Unión Soviética.

-Todavía el país no sabía quién era Daniela Franco. Repetimos: nadie conocí a Daniela Franco quien, en consecuencia, tenía su cuenta de maridos en ceros.

-Las hinchadas compartían tribunas.

-Las llamadas de larga distancia eran breves -«porque costaban un ojo de la cara»- y gritando.

-Simón Gaviria recién terminaba cuarto de primaria.

-Estefan Medina era apenas un anhelo a futuro de sus padres. Nacería un año después.

-Ayrton Senna en su McLaren Honda dominaba la Fórmula Uno.

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Jóvenes arqueros del Sporting en 1991. La sonrisa del vallecaucano o la  señal de dos destinos opuestos.

-Lucho Herrera y Fabio Parra seguían activos en las carreteras de Europa. El de Fusagasugá acababa de ganar su segunda Dauphiné Liberé.

-Juan Pablo Montoya deslumbraba en los karts y preparaba su debut en la fórmula Renault-Tortugas de 1992 que tendría como escenario el Autódromo de Tocancipá.

-La línea T de El Tiempo era un proyecto aún no viable por muy futurista.

-Los trolebuses todavía recorrían las calles bogotanas.

-Todas las fuerzas vivas de la nación celebraban la llegada de Pacho Maturana al banquillo del Real Madrid.

-«Crispeta» se coronaba rey nacional de la trova.

-Hugo Chávez era un ignoto coronel comandante del Batallón de Paracaidistas Coronel Antonio Nicolás Briceño de Maracay.

-Rafael Orozco y Juancho Rois deleitaban a su público con sus mejores temas y acordes.

Y el «Zurdo» López sonaba como reemplazo de Julio Comesaña en el Júnior.

Cómo no ir a un Mundial, pero sí clasificar a dos álbumes. El caso JJ Tréllez

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A veces el destino se ensaña con las personas. Jhon Jairo Tréllez quisiera ser recordado por su aporte al título de Nacional en la Libertadores de 1989 o por su magistral desempeño en aquel suramericano de Asunción de 1985, en el peor de los casos por haber pertenecido a ese selecto club de jugadores que han sido tapa de El Gráfico sin haber cumplido el mínimo de requisitos previos. Pero no. Sobre todo en tiempos premundialistas, cada vez que en el mundo se pronuncia su nombre, brinca la misma pregunta: ¿el que estuvo en dos álbumes del Mundial y no fue a ninguno?

Doloroso récord el que tiene a su haber «la Turbina», que sin duda tenía en Panini SpA a algún devoto e irrestricto seguidor. El mismo que cada víspera de Mundial seguramente se comunicaba con el delantero para asegurarle que le había tocado  agarrarse con el diseñador y luego con el editor pero que «fresco mijo que ahí le tengo su campito. Todo bien». Mensaje tranquilizador que se dio en 1990 y se repitió en 1994, cuando tuvo que marcar a Buenos Aires, donde Tréllez nunca supo justificar con fútbol el que el equipo xeneize lo hubiera preferido sobre un tal Ronaldo Luis Nazário de Lima.

Meses después, apenas el álbum llegaba a droguerías, Tréllez constataba aliviado que ahí estaba. Y confiaba que su presencia en tan importante vademécum, fuera el empujoncito que hacía falta para terminar de convencer a Pacho de llevarlo, más de una vez lo acosó con un «profe, profe, mire, mire, ya salió el álbum, mire los que salimos». Pero no. El mismo DT que en su momento aseguró que «a mi no me van a hacer las alineaciones con micrófono», también era de los de la línea de «a mi no me van a armar la nómina con monitas».

Por supuesto, el daño sicológico para el ex Zürich, Nacional y Palmeiras, entre otros, fue enorme. Cuentan que el trauma salía a flote cada vez que al club en el que militaba llegaban los de Panini a tomar la foto para el álbum del torneo. «Tocaba sacarlo de debajo de las bancas del vestuario», nos confió un ex colega. «Presentaba un agudo cuadro de Paninifobia», complementó quien fuera el médico de uno de estos equipos.

James Mina Camacho y la autodeterminación de su pueblo

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¡Cuán injusto ha sido el fútbol profesional colombiano con James Mina Camacho! Solo porque hace treinta años no se celebraba la innovación como valor supremo, el arquero de Padilla, Cauca,  se ha privado del lugar y reconocimiento  que se merece por su compromiso con romper los viejos moldes del balompié.

Ya habíamos reseñado la manera cómo mediante un metódico y no menos riguroso proceso de investigación, le permitió a sus colegas llenar de colores su oficio y, a partir de esto, mejorar su desempeño.  Ahora encontramos que para 1981, sabedor de la vitrina que era ser el arquero titular de Santa Fe,  decidió luchar, primero, contra la centralización y, segundo, por el reconocimiento de la autonomía territorial para de esta forma mejorar la calidad de vida de sus paisanos estampando en su buzo los nombres de su municipio y de su departamento.

Pero así como en el tema de los buzos fluorescentes sus pinitos iniciales fueron de gran acogida y se formó toda una tendencia con eco hasta nuestros días, en lo de reivindicar su territorio el buen James, es una lástima, no tuvo el mismo suceso. Si acaso «Telembí» Castillo alguna vez pidió una carretera para Barbacoas, no más. Una lástima porque de haber tomado vuelo esta tendencia, las generaciones venideras nos habríamos deleitado con Jairo Suárez luciendo un vistoso «Colina Campestre» en la espalda.

¿Millos de verde? Sí, Millos de verde

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Densa polvareda ha levantado por estos días la propuesta lanzada por no sabemos quién para que el próximo Millonarios-Nacional se dispute bajo la modalidad swinger, es decir, con intercambio de uniformes.

Los indignados con esta idea se rasgaron las vestiduras, pusieron el grito en el cielo y llegaron incluso a amenazar con huelga de hambre y con organizar una carrera 10K contra la iniciativa. Argumentaban ellos que de llevarse a cabo lo propuesto se estaría cometiendo un grave sacrilegio que despertaría la ira del Dios del fútbol que no dudaría en vengarse, por ejemplo, multiplicando las porristas sobre los gramados del país o reviviendo los hexagonales regionales.

Pero quienes en esta causa militaban desconocían que, al menos por el bando azul, tal episodio de travestismo ya había ocurrido sin que ello hubiese supuesto la caída de Monserrate sobre Bogotá tal y como lo demuestra esta imagen a la que tuvo acceso la división de confecciones impuras de nuestra unidad investigativa.

Hay que decir, en honor a la verdad, que la polémica prenda data de años antes de que estallara la rivalidad entre ambos clubes. Según el resultado de la prueba de Carbono 14 llevada a cabo en los modernos laboratorios que funcionan en el sótano de nuestras instalaciones, esta camiseta (de la indumentaria de entrenamiento)  fue confeccionada en algún momento entre 1984 y 1985.

El caso es que esta es también la prueba de que esta no es la salida. Ya hubo intercambio y nada pasó. Al contrario, todo empeoró. Así que desde esta redacción sugerimos medidas más audaces, ¿qué tal ver a Hernán Torres usando libretica y a Juan Carlos Osorio obligado a permanecer adusto y con cara de tote durante los 90 minutos?

Imagen cortesía de @lejameco.

El de "La selección" no es el primer Higuita de la TV

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Juan Pablo Franco encarnando al golero paisa. Nótese el buzo de Millonarios, donde Higuita hizo la práctica profesional.

Más que un Grammy o un premio Nobel, para muchas figuras públicas no hay mejor reconocimiento a su trayectoria que recibir la llamada de algún productor de Hollywood comunicándole que ha decido hacer una película sobre su vida y milagros.

Seguramente René Higuita alguna vez soñó con contestar el teléfono y que al otro lado estuviera Martin Scorsese, con una propuesta en este sentido. Digamos que, guardadas las proporciones, algo parecido le sucedió en 1997, sólo que el que lo llamó fue el director local Darío Vargas. El proyecto se llamaba “Sangre, sudor y lágrimas” y en el reparto no estaban Jack Nicholson o Catherine Zeta Jones, sino Juan Pablo Franco, como René, Patricia Ércole, como Magnolia, su compañera, Catherine Siachoque, como su primera novia y Andrea Guzmán como otro de los amores furtivos del golero paisa.

La idea, como en el 99% de estos casos, era mostrar “el lado humano” del ídolo, pero como también tocaba mostrar su faceta de futbolista fue necesario, ante la escasa habilidad de Franco bajo los tres palos, procurarse un extra capacitado para protagonizar escenas de alto riesgo como el famoso escorpión.

A la larga, la serie no fue el éxito que se esperaba y pronto desapareció del aire. Quedó, eso sí, una anécdota que vale la pena rescatar: la primera peluca que le dieron a Franco no le quedó bien. Como ya estaba todo dispuesto y no se podía esperar fue necesario recurrir a un extra que terminó siendo, adivinen, el mismo René Higuita que terminó de extra de sí mismo. Una historia que pocos pueden contar.

Adelanto del libro «Bestiario de la TV» próximo a publicarse. 

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