.
Colombia preolímpica 1992
La ilusión hecha nación encarnó este grupo de talentosos futbolistas que dieron garrote y zanahoria futbolística en dosis exactas. Tras merecer el campeonato preolímpico de Paraguay, que se vio truncado por la derrota contra los locales 1-0 (gol de Yegros) el segundo lugar nos coló en Barcelona ´92, y por la suma de individualidades del conjunto, de nuevo se alzaron favoritismos al viento sobre nuestras aspiraciones a ganar la presea dorada en las justas.
De sopetón nos encontramos con la realidad: en el debut, expulsión de Iván Valenciano y 4-0 en contra frente a España, posterior ganador del oro al vencer 3-2 en un partidazo a Polonia.
La campaña colombiana terminó siendo patética con una igualdad 1-1 frente a Qatar y una espantosa derrota 4-3 frente a Egipto, cortesía de los graves errores de la última línea y de Farid Mondragón, quien reemplazó en el último encuentro a Miguel Calero.
Dos años después parte de esta prole, fantástica pero irregular, nos daría gloria y oprobio al ganarle 5-0 a los argentinos en Buenos Aires, y nos mandaría al infierno con el fracaso de USA 94. Revisar en la imagen, los bigotes de Calero, Gaviria, Aristizábal, así como la camiseta marca Comba, una de las más espantosas vistas alguna vez y con un sponsor más grande que algún escudo patrio.
En la foto: Miguel Calero, Jorge Bermúdez, Hermann “Carepa” Gaviria, Geovannis Cassiani, Iván Valenciano, Harold Lozano. Abajo: Faustino Asprilla, John Wilmer “Pelusa” Pérez, José Fernando Santa, Víctor Aristizábal, Diego Osorio.
.
John Jairo Carmona y la Libertadores
Al mejor estilo del “colado” que cuando llega a una fiesta ajena es el que más bebe, el que se baila y accede carnalmente a todas las mujeres del lugar, el que tiene el delicioso aval de quemar alfombras con pútridas colillas o vomitarse en cuanta esquina de la casa encuentre con el manto de la impunidad como mejor cómplice, este lateral consiguió lo que Maradona no pudo: levantar el trofeo como campeón de la Copa Libertadores de América.
Su participación en la hazaña verde fue mínima, si revisamos toda la campaña del equipo antioqueño en el certamen copero. Pero el destino le tenía en el camino un premio excesivo para su trayectoria, muy relacionada al bajo perfil y la suplencia: jugr la gran final ocupando la posición de lateral, lugar donde era indiscutido Luis Fernando “Chonto” Herrera.
De esa forma Carmona jugó el 31 de mayo de 1989 en el 2-0 en Bogotá (autogol de Miño, gol de Usuriaga) al lado de Higuita, Perea, Escobar, Gómez, Álvarez, García, Fajardo, Arango, Usuriaga y Tréllez y levantó el trofeo, lo besó más que ninguno y lloró más lágrimas que todas las de sus compañeros de escuadra. Como cualquier colado de fiesta…
.
Jorge Raigoza
Hace poco un usuario del foro, Dr Orlack para ser precisos, comentó que este oscuro volante ofensivo (ofensivo porque ofendía su forma de jugar) le dio su bautizo de sangre en las lides del alcohol cuando Raigoza, dadivoso, le brindó un trago de cerveza. Hay que anotar que el muchacho tenía tiernos ocho años de edad.
Pero bueno, ¿Cómo no regalar un trago cuando en la profesión que llevas, pegas tumbos y tumbos a cual más? Es que Jorge Raigoza estuvo por Medellín, Quindío y Millonarios emborrachando su propio mito de jugador discreto, tal vez resignado ante tipos que lo sobrepasaron en la pinta y la manera de jugar.
Por eso sus amigos en el fútbol se reducen a compañeros de banquillo tales como Gabriel Quimbaya o Alirio “Gualanday” Girón. Rechoncho, adiposo, bozo hirsuto, y colita de pelo encrespada, apenas pudo beber de las mieles de la primera división. Con el Quindío tuvo mayor regularidad pero él, más allá de su cuestionada capacidad para jugar fútbol, se vio seriamente perjudicado por las generosas economías de los clubes en los años ochenta. Por eso, cada temporada tenía que soportar a titulares agrandados y poco solidarios como, por poner apenas un ejemplo, Mario Videla.
Podrá contar a sus nietos que vivió en el banco de suplentes la coronación de Millonarios campeón en 1988. Sin embargo no tuvo la fortuna de Marcelo Trobbiani en el mundial de 1986, cuando Carlos Bilardo ingresó al ex Estudiantes Boca y Millonarios a falta de un minuto para que culminara la final. El hombre de grácil apellido sí estaba en la suplencia…pero con gesto adusto, en sudadera y tenis North Star.
Su última posibilidad de consagrarse, a pesar del calvario que supone llevar una gris carrera, se había escapado..
El Cole
Esta alada figura fue durante mucho tiempo la imagen del hincha colombiano, desprovisto de sensatez, pero fanático a muerte de su país. Nacido en Barranquilla, cuando apareció en escena a finales de los 80, fue símbolo de nuestra mejor época futbolística. Por eso, alguna vez cuando fue entrevistado en “Charlas con Pacheco” en pleno Metropolitano y con Fernando González Pacheco disfrazado de Pibe Valderrama, contaba que su estadía en el mundial de Italia ´90 fue más sufrida de lo imaginado: para subsistir al hambre recurrió a cuatro tarros de mylanta para alimentarse y entraba a los estadios colándose en aquellos que carecían de torniquetes.
Pintoresco, con una particular manía de hacer un gesto como quien pega un alarido, pero sin que ningún sonido saliera de su boca, empezó a ser patrocinado por varias empresas con el fin de sustentar sus gastos en los periplos de las selecciones Colombia.
Tal vez cuando vio que gracias al dinero podía viajar perdió el encanto que alguna vez osó ostentar. Sus peinados, hechos con inmensas capas de Kleer Lak y balones de mazapán eran toda una rareza, pero algún chauvinista desubicado, habló de que el “Cole” era nuestro símbolo ante el mundo. Es decir, casi Juan Valdéz y su mula perdieron su status por el revejido cóndor humano de bigote ralo.
La eliminación colombiana para el mundial de 2002 nos mostró la real faceta de este personaje y sus intenciones intestinas de viajar por el mundo y no por hinchar hacia el país que le patrocinó su manifiesta vagancia durante años: Se fue a Corea y Japón para apoyar irrestrictamente a la selección de ¡ECUADOR!
Pocos se percataron de su actitud paria y algunos oligofrénicos lo justificaron: “Es que Ecuador es Colombia en el mundial de Corea y Japón y es bueno que el Cole esté allá para que se acuerden de nosotros”.
Cracks colombianos como Willington Ortiz, Alejandro Brand y Pedro Zape nunca alcanzaron a clasificar a una Copa del Mundo y Carlos Fernando Navarro Montoya, a pesar de sus intentos y de su manifiesto carácter paria, no consiguió entrar a la Selección Argentina por haber defendido la camiseta colombiana en un repechaje en 1985 contra Paraguay. Alfredo Di Stéfano, por una lesión, no alcanzó a entrar con España a disputar el mundial de Chile ´62.
Cole en cambio se dio el lujo y defendió dos países diferentes en sus viajes de Copa del Mundo. Nadie dijo nada, como era de esperarse.
.
Cante aunque no cante con Marcelo Trobbiani
Pasaron Belisario Betancur con su voz ronqueta que alguna vez anunció su responsabilidad por la hecatombe del Palacio de Justicia, Fernando González Pacheco, otrora figura televisiva que salvo “Yo tengo ya la casita” no tenía más repertorio en su carpeta, James Mina Camacho, el “Sucundún” del arco santafereño, Virginia Vallejo, la diva de los setentas y ochentas que tenía más panza que Edgar Vivar, Juan Guillermo Ríos, el anchorman colombiano, Amparo Grisales, la maja desnuda salida de un salón de belleza…
El anfitrión siempre era el viejo gozón de Jimmy Salcedo, hoy disfrutando de una estancia frugal en el más allá tras una vida llena de brillantez y excesos. Su piano blanco Baldwin era la excusa perfecta para hacer cantar a las figuras de la farándula y el deporte criollo.
Jimmy no se quedó corto en invitados y la producción de “El Show de Jimmy” trabajaba con ahínco para conseguir personajes rutilantes. Las secciones más importantes de este musical eran a saber los sketches de humor de los “Meros Recochan Boys” con Hernando Casanova, Jimmy Salcedo, Claudio Soto y Wilson Viveros y “Cante aunque no cante” , precursor del karaoke y de las evaluaciones al banquillo. Uno de los invitados a esta sección fue Marcelo Trobbiani, cuando andaba por Millonarios, en los albores de 1985. Este es el testimonio gráfico, un verdadero incunable.
.
Wilson Núñez
El acierto de algún narrador deportivo, que seguramente vivía obsesionado con la envoltura y presentación de las tradicionales Saltinas le dio el bautismo de sangre a este uruguayo, tal vez de lo más malo que haya pisado un campo de fútbol. Por eso es conocido desde el Amazonas hasta La Guajira como “El Paquetaco”.
Nacional de Uruguay fue su estancia inicial y en el “tricolor” perdió espacio frente a compañeros de equipo mucho más avezados y habilidosos que él. El morocho entonces, viendo que el viaje resultaba corto, se fue hacia Argentina a pasar su vida en equipos de poca monta como Mandiyú de Corrientes y Deportivo Español. Es más, en 1998, en el marco de un Español-River Plate, pudo haber pasado a la historia, pero su ineficacia no lo dejó. En River había sido expulsado Roberto Bonano y ante la imposibilidad de hacer cambios, Juan Pablo Ángel ocupó el arco del “millonario” que goleaba 4-0. Núñez ni siquiera pudo vencer al delantero colombiano devenido en inusual e improvisado imitador de Ubaldo Matildo Fillol en River Plate.
En Colombia las cosas tampoco estuvieron muy a su favor pues en el Junior de Barranquilla fue más conocido por algunos actos de indisciplina como volarse de una concentración en su Chevrolet Vitara cabriolet para disfrutar de las delicias de la noche cartagenera (viajó de la arenosa a la heroica para irse de parranda), mientras que sus demás compañeros dormían plácidamente en vísperas de un juego en el Metropolitano.
Pronto su robo se vio desenmascarado y no tuvo más opción que recalar en el Atlético Bucaramanga, donde al lado de Leonel Rocco, Andrés “Michi” Sarmiento, Néstor “Maravillita” Cuadros formaron un conjunto que pintaba para ser un “equipo de los sueños”, pero esos sentimientos oníricos de los bumangueses (por rendimiento) estuvieron muy cercanos a cualquier pesadilla digna de Freddy Krueger.
Nadie sabe si fue alguna vez a las piscinas del tolimense balneario imitación moderna de Sodoma y Gomorra llamado Melgar en su Vitara fiestero. Pero es cierto, en cambio, que jugó para otro Melgar, el de Arequipa en Perú.
.
Rubén Darío Insúa
Cuando un futbolista serio llega a una ciudad ataviado con pantalones color ladrillo, medias blancas, mocasines café con textura de cocodrilo y el pelo tinturado con tinte belcolor oro 27 aplicado por el Leo Papparella de turno, está claro que la política de contrataciones de un club anda caminando por la cornisa.
Sin embargo Rubén Darío Insúa tenía los mejores antecedentes cuando llegó en 1994 a reforzar la plantilla del Deportivo Cali: había sido jugador e insignia de clubes como San Lorenzo, Estudiantes de La Plata e Independiente, donde fue campeón al lado de figuras como Ricardo Bochini, el arquero uruguayo Eduardo Pereira y el zaguero paraguayo Rogelio Delgado.
Figura fue en Ecuador también, donde hizo parte durante varios años del Barcelona. Pero en Cali la cosa no paso de iluminaciones capilares de lobísimo gusto, insultos de los hinchas quienes hasta cuestionaban su sexualidad (más allá de que Insúa tenía una esposa tan loba como su pelo, pero muy atractiva y con glándulas mamarias protuberantes cual Holstein a punto de ser ordeñada) y escasas alegrías que se acumularon en 10 partidos jugados y dos goles.
Habría que decir que sus compañeros no eran una maravilla: compartió plantel con el chileno Richard Zambrano, el arquero Juan Carlos “Chayanne” Mendoza y Miguel “Miguelón” Asprilla, entre otros.
Como técnico ha fracasado en varias latitudes, pero es recordado en Colombia por haber ganado como entrenador de San Lorenzo la Copa Sudamericana 2002 a Nacional.
.
Tan lejos de Tokio…
El exitoso Caldas también supo morder el polvo alguna vez. Eran tiempos austeros para el entonces Cristal Caldas, que tendría que esperar casi dos décadas para ser campeón de Colombia y de América. En esas épocas, cuando el conjunto albo jugaba en el desparecido estadio Fernando Londoño y Londoño las derrotas y los desastres futbolísticos eran pan de cada día.
En el arco no estaba Henao sino Mina Camacho, y el estandarte del club no era John Viáfara, sino Oswaldo Santoya. El entrenador no era Luis Fernando Montoya, en esa temporada se repartieron las cargas de la crisis Leonel Montoya, Carlos Miguel Dizz y en interinato Janio Cabezas y James Mina Camacho.
Para esa temporada (1988) el Caldas fue penúltimo, seguido muy de cerca por el inefable Unión Magdalena de Carabalí, Roque Pérez y el troncazo argentino Daniel Raschle.
En la foto: Miguel Antonio Rada, Andrés Estrada, James Mina Camacho, Oswaldo Santoya y Álvaro “Polaco” Escobar. Abajo: Luis Carlos Lugo, Juan Carlos Marín, Víctor Arizabaleta, Pablo Betancur y Carlos “La Fiera” Gutiérrez.
.
Oscar Wirth
Uno de los precursores en Colombia de los buzos de arquero estilo uniforme de rugby (del que también puso su granito de arena Carlos Leonel Trucco) llegó precedido de gran fama a Colombia, cuando la dirigencia del Independiente Medellín hizo esfuerzos encomiables por contratarlo.
Wirth no era ningún pintado en la pared. Había sido figura histórica del Cobreloa subcampeón de la Libertadores 1981 y 1982 y había tenido un paso no muy afortunado por el Real Valladolid de España. Con esos pergaminos llegó para vestir la camiseta del rojo de la montaña. Tenía un antecedente llamativo en su palmarés: alguna vez, con el Valladolid, jugó como defensa central en un encuentro en el que su club venció 2-1 a Sevilla de visitante.
Wirth no tuvo fortuna en Medellín al igual que su equipo que, a pesar de tener grandes figuras, no clasificó al octogonal final de 1988. Lo más recordable de Wirth fue una noche en Bogotá donde, apagón de luz mediante, fue la gran figura del DIM que le ganó 1-0 a Millonarios. Esa noche y con el buzo con el que aparece en la foto, le atajó un penal a Mario Videla.
Luego el portero, con muchos años encima y atajando en la Universidad Católica de Chile, fue artífice de la eliminación del América de Cali en las semifinales de la Copa Libertadores de 1993 al taparle un penal a Alex Escobar. Igual volvió a ser subcampeón del torneo, pues el Sao Paulo destrozó 5-1 a los chilenos en el juego de ida.
.