
Arley, haciendo su ingreso trifunfal a la comisaría.
En un gesto que provocó rechinar de dientes y vestiduras rasgadas entre quienes no hablan de la situación del país pues estan bien y trabajando para mejorar, Arley «Carequita» Betancourt dejó muy en alto el nombre de un país injustamente estigmatizado por las pilatunas de unos pocos desadapatados.
Ocurrió el 22 de marzo de 1995, cuando a Colombia le correspondió enfrentar a México por la semifinal del torneo de fútbol de los juegos Panamericanos de Mar del Plata. Promediando la segunda mitad (minuto 68 para más luces), con el partido empatado a un gol, el referí costarricense Ronald Elías Gutiérrez amonestó a nuestro pupilo por lanzar una pelota lejos de donde se desenvolvían las acciones en lo que él interpretó como una maniobra para ganar algunos segundos en beneficio de los intereses colombianos. Por algún motivo que aún no se ha podido aclarar, el gesto del juez tico no fue del agrado de «Carequita», quien, contrariado, se valió de una patada voladora y de un recto de derecha al tabique de Gutiérrez para dejar claro que no comulgaba con la decisión del colegiado.

Arley, demostrando sus dotes.
Después del partido, la seccional tercera de la policía marplatense acogió a Arley para que presentara su versión de los hechos denunciados por un ciudadano costarricense, mayor de edad y árbitro de profesión con única señal el cartílago nasal recién suturado. En su declaración, Arley dejó entrever un sincero arrepentimiento y responsabilizó al ímpetu de sus veinte años de su desmedido proceder.
Con la colaboración de Enunabaldosa..









