La respuesta nos la tiene Danilo Gómez,en esta nota de Noticias a propósito de su paso a Racing de Avellaneda en 1989..
Ramón Antonio Moreno
Delantero vallecaucano que ilusionara a la parcial cafetera entre 1993 y 1994 cuando conformó junto con Alex Comas una dupla que todavía se recuerda en el Centenario. Su éxito cuyabro facilitaría a comienzos de 1995 su llegada al Tolima como uno más en el camionado de figuras con el que regresó el Senador Camargo para gloria de las maltrechas arcas tolimenses. Cuando más cerca estaba de la consagración definitiva, una grave lesión se atravezó en su camino. Terminada su recuperación, la idea de ser último renglón de una lista conformada, entre otros, por «Ururú» Ararat, Freddy León, Jorge Villar y Hugo Arrieta no sedujo a Ramón quien, desorientado, decidió regresar a Armenia como flamante refuerzo del «Milagroso» para la temporada 1996-1997.
En el Quindío, Ramón se vio obligado a enfrentarse cara a cara con Leonardo Fabio Moreno, otro delantero vallecaucano que surgió al tiempo con él y que gracias a lo sonoro de su nombre dejó a nuestro homenajeado relegado siempre a un segundísimo plano. La cosa llegó a tal punto que Ramón Antonio debió recurrir a ayuda profesional para poder lidiar con eso de ser «el otro Moreno, no el cantante». En el Quindío, Ramón se vio obligado a cantar los goles de Leonardo Fabio y muy lejos estuvo del Ramón Moreno que en 1994 sacudió a todo el departamento, desde Barcelona hasta Circasia, pasando por Calarcá y Quimbaya.
Después del fallido regreso al Centenario, de vuelta al Murillo toro vía Calarcá-La Línea-Cajamarca. Esporádicas apariciones en la red le aseguraron a Ramón un renglón en la nómina del cuadro pijao hasta 2001 cuando se le presentó una seductora oferta del Centauros de Villavicencio. La aventura llanera tuvo un saldo favorable para Ramón: ascenso del equipo, gol en el partido decisivo y la soñada transferencia a la liga salvadoreña en diciembre como refuerzo del Arcense. Recién desempacado, aseguró que «el extranjero debe marcar diferencia «. Tanta sería la diferencia que alcanzó a marcar que para finales de 2003 fue premiado con el fichaje del Delfín Sporting de Ecuador en un traspaso que fuera ampliamente registrado por la prensa deportiva nacional, siempre pendiente de los logros de los «colombianos en el exterior». Hay que decir que este es también el último registro que se tiene de su andareguear.
Al llegar al Salvador afirmó haber pasado también por el Nacional, por el Medellín y por Qatar. No aclara, muy audaz, en calidad de qué. .
Si por acá llueve…
Como es bien sabido, este espacio se nutre de lo más selecto de nuestro nunca bien ponderado rentado. Sin embargo, y a propósito de nuestra fijación con los desatinos de la marca alemana, la exagerada forma con la que Adidas se hizo presente en este uniforme de The Strongest de Bolivia bien merece una excepción. .
Clarísima, evidentísima e inmediatísima en grado superlativo
El analista arbitral Antonio Chávez emula a Javier Giraldo Neira –rey del sinónimo– en su análisis arbitral de una jornada más del octogonal final de 1990. Lo acompaña en el análisis Cesar Augusto Londoño, encargado por esos días de la sección deportiva del noticiero TVHoy. Al final, bonus track para seguir nutriendo el tema de hinchas y mascotas precarias..
Nacional-Turbana 1991
Con motivo de la sanción impuesta promediando 1990 por la Confederación Suramericana a Colombia como consecuencia de los malos modales de «algunos desadaptados», América y Nacional se vieron en la obligación de buscar una sede alterna para sus partidos de la Copa Libertadores de 1991. Por motivos que no nos corresponde entrar a profundizar, se escogió al inefable «Orange Bowl» de Miami (la verdadera casa de la selección: no hay estadio en el planeta que haya visto más veces a la tricolor).
Nacional, por ese entonces patrocinado por SAM, sorprendió al lucir en los partidos disputados en el Orange Bowl el patrocinio de la empresa bananera Turbana, dejando en Medellín al simpático 727 del logo de la aerolínea paisa. Lo curioso del evento fue que el patrocinio de Turbana sólo se le vio a los verdes en los partidos disputados en la capital del sol, regresando al amparo del Grupo Santodomingo en los partidos del torneo local y en los disputados en Venezuela contra Táchira y Marítimo, rivales de los colombianos en la primera fase. .
Gran concurso
Adivine el nombre del caballo de Faustino y gánese un viaje con todos los gastos pagos al festival nacional de estudiantinas de Tuluá..
Fabián Martínez
Volante de creación bogotano de la misma camada de Juan Carlos «Paolo» Rodríguez, Juan Carlos Niño y Eddy Villarraga baluartes todos de la selección Bogotá sub23 de finales de los ochenta. Se asomó por primera vez al profesionalismo promediando 1989 cuando una huelga de la primera división obligó a las directivas a llamar a las reservas cardenales con el arquero dentista Carlos Baquero a la cabeza fueron a la primera línea para un partido en El Campín contra el Unión Magdalena (1-0, victoria samaria).
Como es la constante con los jóvenes valores bogotanos, Fabian no pudo mostrar todo su talento en Santa Fe. Fue en Manizales, en el Once Philips del «Moisa» Pachón que en 1990 fue la revelación del año clasificándose para la fiesta de fin de año en una época en la que el Once era Phillips y segundón no Caldas y ganador. Figura en Manizales y estandarte del Once en 1991, 1992 y 1993, fue, junto con Juan Carlos Niño, la cuota bogotana en la selección preolímpica del «Bolillo» Gómez. Sobra recordarlo, la constante en las selecciones de Hernán fue ver a la cuota bogotana en un terecerísimo plano. Esta no fue ni mucho menos la excepción.
El desaire del alocado adiestrador paisa no logró amilanar a Fabián que siguió recorriendo la senda del triunfo en el Once. Su regularidad en la perla del Ruiz hizo que el por ese entonces todopoderoso América fijara sus ojos en él. A comienzos de 1994 se finiquitó el que sería catalogado en su momento como el fichaje del año y Fabián –por esos días el jugador más cotoso del país– desembarcó en Cascajal. No sabía, seguramente lo sospechaba, que su nombre se uniría al de otros tantos jóvenes valores que vieron truncadas sus carreras en los anaqueles americanos. Algunos, algo maltrechos y corroídos, pudieron escapar. No fue este el caso de Fabián de quien no se volvió a tener noticia. .
Eduardo Orozco
«Chalo: Santa Fe (Millonarios) está jugando sabrosito sabrosito, Jairo. Yo veo a este equipo bien paradito, las líneas estan bien sincronizadas y de no ser por la infame actuación de Panesso esto ya estaría dos a cero a favor del cuadro capitalino. Voz Comercial: Industrial de poleas, toda clase de poleas en hierro y aluminio…(se interrumpe la cuña, se escucha un bullicio) Orozco, Orozco, pero por Dios, Orozco… (silencio con bullicio de fondo)…. gol gol gol gol gol gol gol gol gol gol gol goool del Unión, Huila, Quindío, Junior, Nacional, etc».
Sus frecuentes yerros en las canchas del país inmortalizados gracias al inolvidable estilo del «Fútbol visitante» hicieron del central barranquillero Eduardo Orozco un símbolo de la vulnerabilidad de los equipos capitalinos en sus incursiones fuera de la ciudad. Todo esto gracias a que, como pocos, tuvo la oportunidad de militar en ambos bandos constituyendose así en un referente compartido de las gestas fallidas que Jairo Moncada y «Chalo» Gonzales llevaron a los oídos de fanáticos pegados al transistor en una tarde marchita de domingo. De Orozco se puede decir también que pese a ser de la cantera azul (eterno capitán de las inferiores), se le recuerda más por sus tardes con la roja, club en el que militó entre 1993 y 1996, previa participación en la zaga del Cóndor. Hizo también parte de la selección Bogotá sub23 de comienzos de los noventa junto al «Pocillo» Díaz, Juan Carlos Niño, Fabian Martínez y Jaime Leonardo Rodríguez, entre otros.
A Millonarios regresó en 1997 cuando la lesión de Osman López motivó su inscripción a última hora para la Copa Libertadores, torneo en el que desperdigó todo su talento y elegancia al defender –a su actuación contra Peñarol en el partido de primera fase en el Centenario no la ha podido borrar el paso del tiempo–. Su paso por Millonarios duró lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks; sus constantes imprecisiones precipitaron su salida una vez sentenciada la eleminación de los azules del torneo continental. Desubicado, buscó refugio en el Tolima grande, donde fue acogido primero por el Tolima y después por el Huila, último registro que se conserva de su trasegar..
Nuestros hinchas
Option Votes %
El indio pijao 64 21.1
Caretorta Palacios 19 6.3
Deportivoindependientemedellín Giraldo (el del perrito) 60 19.8
El loco Darío del Once Caldas 9 3
El tiburón del Junior 15 5
El cole 52 17.2
El oso ochentero de Millonarios 37 12.2
Yamid Amat 47 15.5
Total votes: 303
Cultura juniorista
«Cuando el Junior juega todo es alegría…».