Pequeño, pero sencillo reconocimiento

El Bestiario del balón, siempre preocupado por la suerte de quienes han desfilado por este espacio, desea compartir con sus lectores la alegría que nos embarga ante los éxitos que ha cosechado Lucho Herrera como asistente técnico de la selección ecuatoriana en el Mundial de Alemania 2006. Francia y España ya lo consagraron por sus ejecutorias sobre la bici, la gloria lo espera ahora en los estadios alemanes. .

Singular compendio de rarezas


Estas imágenes corresponden a un clásico amistoso disputado a puerta cerrada en El Campín a comienzos de 1989 que si bien en su momento supo pasar desapercibido, el Bestiario, siempre preocupado por reconstruir la historia que no se ha contado de nuestro rentado, hoy lo rescata para darle llevarlo al lugar que se merece en la memoria de nuestros lectores.

Además del ya homenajeado Dorian Zuluaga, las imágenes nos muestran a Millonarios luciendo el uniforme alterno de manga larga que utilizara ese año en su partido en el partido de la segunda fase de la Copa Libertadores contra Bolívar en La Paz. A la falta de público –para la época NO era algo común– se le suma el ver a Millonarios luciendo en Bogotá su uniforme alterno, cuadro rara vez visto en el gramado del Campín. Saldo final del cotejo: victoria azul 1-0 con gol de penalty cobrado por Mario Vanemerack. Por mero formalismo incluimos el resultado pues es claro que ante lo bizarro de las imágenes, el resultado no alcanza si quiera la categoría de anécdotico. .

John Sandoval

Espigado lateral derecho bogotano que saltara a la fama a comienzos del segundo semestre de 2002 cuando en un ejercicio de libre interpretación de la norma recién introducida que obligaba a alinear a un jugador sub-19 el entonces técnico de Millonarios José “Cheché” Hernández ordenó su salida del terreno de juego para que fuera reemplazado por el panameño Víctor Herrera (en primera línea de candidatos a homenaje) en el primer minuto del partido que en esa tarde julio los azules disputaban contra el Deportes Tolima.

Como sucede con el 90% de quienes engrosan este espacio, la fama le llegaría a Sandoval por donde menos se lo esperaba y, seguramente, por donde menos hubiese querido. En efecto, al día siguiente su casa padeció los embates de la tradicional horda de inquietos monaguillos deportivos quienes, como es la costumbre en estos casos, haciendo gala de una chabacanería notable indagaron –al tiempo que vertían sobre la residencia del joven futbolista cantidades industriales de sal– por cuanto gusto, fobia, manía y resabio ostentaba la naciente figura.

Hay que decir que la sal vertida por los periodistas que cubrieron el escándalo propiciado por “Cheché” obró de maravilla: de Sandoval sólo se volvió a tener noticia en las contadas ocasiones en las que ingresó sobre el final de los partidos. No sobra añadir que no había terminado de aparecer Sandoval en la zona de traslado cuando las juiciosas y rigurosas reconstrucciones de la sagaz maniobra del “Cheché” absorbían la totalidad de la capacidad de concentración de los fanáticos obligándolos a dejar en segundo plano el partido en curso.

Un partido como titular en 2003 con Peluffo y otros tantos con el juvenil equipo de Oscar Cortés fue el saldo final del paso por Millonarios de este jugador que nunca pudo sacudirse la sal que gracias a Hernández y a la siempre acuciosa prensa deportiva nacional cayera sobre él gracias a aquel ingrato suceso que logró catapultarlo a una bizarra fama que muchos cambiarían por un apartamento con estufa, dos gatos y tele en color.

De Millonarios salió a comienzos de 2005 rumbo a la Academia Compensar, equipo en el que ha alternado entre la suplencia y la titularidad sin haberse podido librar aún de esa incómoda condición de raro y curioso cortesía del buen José Eugenio. “¿Se acuerda de esa vez que Cheché sacó a un pelado para meter a ese paquete panameño?” esta pregunta todavía se escucha los sábados cada quince días en el coqueto estadio de Compensar. John, aseguran, ya no se perturba: finalmente supo aprender a vivir con la fama.
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María Fernanda, porrista americana


María Fernanda Sarmiento, al igual que sus compañeras todavía cree y se declara partidaria del romanticismo.

(Tomado de la Revista del América)

«¿El mejor gol rojo? El pasado 13 de abril, el América se despidió de nosotros para su periplo por canchas chilenas con una victoria ante el Junior 3 por 2, y recuerdo aquella pelota que paró en el pecho Anthony De Avila para que con su pierna derecha vulnerara el arco del argentino Goyén. Fue un gol lindo.

Su próxima meta será estudiar periodismo y compartir esta actividad con el modelaje que realiza desde hace meses.

Responsabiliza la falta de amor y seguridad en cada uno de nosotros al azar en que vivimos. Como una persona estricta pero afectiva al mismo tiempo con todas las porristas es calificado –Jimmy Aristizábal director de este grupo de preciosas chicas que siempre engalanan el Pascual Guerrero– por María Fernanda Sarmiento otra de sus dirigidas.».

Junior de azul pesadilla

Muy común en las peores pesadillas es que se alteren las proporciones, se pierdan las dimensiones, que las leyes más elementales de la física pierdan vigencia, que las cuerdas vocales no funcionen, que la cabeza o los pies adquieran el peso de una roca lunar y que los colores adquieran delirantes tonos oníricos rara vez vistos cuando se está en un estado no alterado de conciencia.

Pues bien, uno de estos singulares casos tuvo lugar en abril de 2005 cuando millones de televidentes, junto con algunos miles de espectadores que asistieron esa noche al Monumental de Núñez, la mayoría en pleno uso de sus facultades y libres del efecto de cualquier barbitúrico o sicotrópico, pudieron apreciar en la camiseta del Junior de Barranquilla una tonalidad de azul propia de la más bizarra de las pesadillas cortesía de la casa barranquillera Zodium.

En efecto, en aquella noche copera, Junior -que meses atrás ya había sorprendido vistiendo de amarillo en ela final contra Nacional- tuvo a bien lucir un burdo uniforme en tono azul pesadilla con un patrocinio de Cerveza Aguila que parecía estar estampado sobre un fondo de espadadrapo que más que uniforme de competencia parecía la piyama que el patrocinador le había proporcionado a los integrantes del plantel al comenzar la temporada. La explicación no hace falta: tanto el uniforme número uno como el alterno del equipo barranquillero eran similares al tradicional uniforme del equipo de la banda, situación que obligó a la familia Char a darle vía libre al ingenio y al talento del equipo de diseñadores de Zodium.El resultado dejó muy en claro que lo de esta firma es el diseño de sugestivos jeanes que resalten la figura de la mujer barranquillera..

Colombia preolímpica 1992

La ilusión hecha nación encarnó este grupo de talentosos futbolistas que dieron garrote y zanahoria futbolística en dosis exactas. Tras merecer el campeonato preolímpico de Paraguay, que se vio truncado por la derrota contra los locales 1-0 (gol de Yegros) el segundo lugar nos coló en Barcelona ´92, y por la suma de individualidades del conjunto, de nuevo se alzaron favoritismos al viento sobre nuestras aspiraciones a ganar la presea dorada en las justas.

De sopetón nos encontramos con la realidad: en el debut, expulsión de Iván Valenciano y 4-0 en contra frente a España, posterior ganador del oro al vencer 3-2 en un partidazo a Polonia.

La campaña colombiana terminó siendo patética con una igualdad 1-1 frente a Qatar y una espantosa derrota 4-3 frente a Egipto, cortesía de los graves errores de la última línea y de Farid Mondragón, quien reemplazó en el último encuentro a Miguel Calero.

Dos años después parte de esta prole, fantástica pero irregular, nos daría gloria y oprobio al ganarle 5-0 a los argentinos en Buenos Aires, y nos mandaría al infierno con el fracaso de USA 94. Revisar en la imagen, los bigotes de Calero, Gaviria, Aristizábal, así como la camiseta marca Comba, una de las más espantosas vistas alguna vez y con un sponsor más grande que algún escudo patrio.

En la foto: Miguel Calero, Jorge Bermúdez, Hermann “Carepa” Gaviria, Geovannis Cassiani, Iván Valenciano, Harold Lozano. Abajo: Faustino Asprilla, John Wilmer “Pelusa” Pérez, José Fernando Santa, Víctor Aristizábal, Diego Osorio.
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El Once de verde hospital

Fuente inagotable de material para esta redaccción es el Once Caldas y sus sastres. En 1999 el equipo de Manizales incursionó por primera vez en una competición internacional después del subtítulo de 1998 siendo sus rivales en primera fase los argentinos Vélez Sarsfield y River Plate. Al ser blanco el color del uniforme principal de los dos argentinos, el Once de Manizales se vio en la obligación por primera vez en su historia reciente de escoger un segundo uniforme. A juzgar por el resultado, un horripilante verde hospital con burdos vivos blancos y rojos simulando un reguero de pintura en el pecho, la razón del segundo uniforme le llegó sobre la hora a los directivos albos que por esa época confeccionaban bajo la marca «Once Caldas mi equipo del alma» su propia indumentaria. A este lamentable diseño hay que sumarle el patrocinio de un oscuro laboratorio fabricante de suplementos alimenticios –también conseguido a última hora– que colaboró de forma notable para que el uniforme adquiriera un inconfundible aire de atuendo de equipo de torneo interpatios. .

Leopardos morados

Este curioso uniforme azul-morado con franja amarilla de la casa bumanguesa Vera lima (propiedad de Eusebio Vera Lima) se le pudo ver al Atlético en contados partidos a comienzos de 2004. Quizás por la mojigatería que, insistimos, en temas de diseño deportivo ha caracterizado a prensa y afición deportiva del país, este uniforme no se le volvió a ver al equipo dirigido en ese entonces por Óscar Aristizábal.
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John Jairo Carmona y la Libertadores

Al mejor estilo del “colado” que cuando llega a una fiesta ajena es el que más bebe, el que se baila y accede carnalmente a todas las mujeres del lugar, el que tiene el delicioso aval de quemar alfombras con pútridas colillas o vomitarse en cuanta esquina de la casa encuentre con el manto de la impunidad como mejor cómplice, este lateral consiguió lo que Maradona no pudo: levantar el trofeo como campeón de la Copa Libertadores de América.

Su participación en la hazaña verde fue mínima, si revisamos toda la campaña del equipo antioqueño en el certamen copero. Pero el destino le tenía en el camino un premio excesivo para su trayectoria, muy relacionada al bajo perfil y la suplencia: jugr la gran final ocupando la posición de lateral, lugar donde era indiscutido Luis Fernando “Chonto” Herrera.

De esa forma Carmona jugó el 31 de mayo de 1989 en el 2-0 en Bogotá (autogol de Miño, gol de Usuriaga) al lado de Higuita, Perea, Escobar, Gómez, Álvarez, García, Fajardo, Arango, Usuriaga y Tréllez y levantó el trofeo, lo besó más que ninguno y lloró más lágrimas que todas las de sus compañeros de escuadra. Como cualquier colado de fiesta…
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