Andrés Cepeda

Colaboración fotográfica de @josegacel

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El rock es una eterna fuente de historias. Lo puede afirmar sin temor Jimi Hendrix, que recaló en Cúcuta silenciosamente engañando a todos sus fans. Pues Andrés Cepeda decidió seguir el ejemplo, cansado ya seguramente de tomar chocolisto y de escuchar que Lucho Herrera se coronaba campeón. Los tiempos cambiaron. De vivir las hazañas del jardinerito de Fusa, tuvo que ver cómo Nairo Quintana le quitaba la camiseta de montaña a sus propios recuerdos.

Por eso, en complicidad con su amigo César López, Cepeda decidió escapar de la realidad de fans enloquecidas lanzando su brassier hacia la tarima y de sacudir sus labios como trompetista para calentar la voz. López le prestó una escopetarra para camuflarse -estaba muy delgado Andrés por ese entonces- y se fue metido dentro de una caja con el arma de impacto letal -no hay nada más ofensivo que una escopetarra- hacia la ciudad de Pasto, donde por esos días arribaba el arquero rockero David González, de pelo largo y balaca, con el fin de afincarse al lado del Galeras después de hacer una larga pasantía por Inglaterra.

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Arriba, Andrés Cepeda ordena la barrera; abajo, sonríe al saber que en el hotel de la concentración lo iban a contratar para tocar en el bar

Cepeda tuvo suerte: mientras esperaba escondido en un rincón del santuario de Las Lajas le llegaron noticias: un arquero que sabía tocar guitarra y que tapaba para el Pasto sufría una grave lesión y tendría que ausentarse por largo tiempo de las canchas. Cepeda entonces apareció en las prácticas un día después de la lesión de González y le dijo a su DT, Flavio Torres:

“No hay dolor que sea eterno,
no es eterno un hasta luego,
hasta luego es un regreso,
no hay regreso sin encuentro
y un encuentro es lo mas bello,
cuando estamos cuerpo a cuerpo”.

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Esta fue la cara que hizo Cepeda en la charla técnica cuando Flavio Torres confirmó su titularidad

Y se metió bajo los tres palos, donde no lo hacía muy bien. Jamás había ensayado ocupar esa posición. Pero en las concentraciones era un hit: su guitarra y su voz hicieron que sus compañeros cambiaran los torneos de Playstation por largas veladas acompañadas de vino caliente, canelazo, chimenea y malvaviscos asados -él le aconsejó a sus coequiperos que llamaran así a los masmelos-.

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David González tuvo que refugiarse en el rock pesado para no perder la cordura por la suplantación de Cepeda

Por fin Cepeda se alejaba de sus fans. Y hasta le daban la palomita de dar un concierto de atajadas en Tunja. Quiere adueñarse del puesto que le dejó vacante “Pescador Lucero y Río” Álvarez. De David González se sabe que al verse desplazado y triste porque nadie notaba su ausencia, hizo un grupo de trash metal llamado “Odio a Cepeda”.

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César Luis Menotti

DoñaLigia

Hubo un momento en el que César Luis Menotti y Carlos Salvador Bilardo fueron en la vida argentina dos figuras antagónicas del nivel de Churchill y Stalin, Ernesto Samper y Andrés Pastrana,  Pelé y Maradona, Silvestre Dangond y Peter Manjarrés.

La sociedad gaucha se dividió entre Menottistas y Bilardistas, cada uno encarnaba una forma de ver el fútbol y, de paso, la vida; no había punto medio posible.  De haber vivido en esa época en ese país, incluso María Emma Mejía se habría visto obligada a tomar partido.

Entre ambos DT campeones del mundo creció, como era de esperarse, un hondo abismo y una constante rivalidad por ser el más respetado de los hombres de fútbol su nación. Pero tanto tire y afloje, dimes  diretes, dardos que vienen y van terminan por desgastar y obliga a replantear la estrategia.

Y así fue como a Menotti, no sabemos en qué circunstancias, se le ocurrió una fórmula que le permitiría, al mismo tiempo, descansar un poco de tanto ajetreo, explorar nuevas dimensiones de su ser liberándose de esa camisa de fuerza que es el género entendido como algo fijo, estático, monolítico y, de paso, borrar la huella que su rival había dejado en su paso por Colombia.

El caso es que, valiéndose de su síndrome de Pertegaz, aquel que desarrolla rasgos faciales de mujer adulta mayor en el rostro de hombres mayores de 40 años,aterrizó aquí con la falsa identidad de doña Libia González.  Y lo hizo tres décadas después de que el «Narigón» nos visitara, primero para dirigir al Deportivo Cali y luego a la Selección Colombia que trató, sin éxito,  de sacar visa para el Mundial de España'82.

Tecos UAG's new coach, Cesar Luis Menotti of Argentina, speaks during a news conference at the Three Marzo stadium in Guadalajara City
Días antes de su tránsito.

No fue difícil el tránsito, dadas las características preexistentes. Solo fue cuestión de unos minutos más de secador en las mañanas y un sobrecito de tinte ref. «negro ceniza» de L'Oreal, dos o tres nociones elementales de manejo de tacón plano y averiguar cuál era la dosis mínima de base para la cara, además de trazos básicos de pestañina solo por si alguna ocasión especial se presentara.  La voz, espesa y aguardientosa, permaneció intacta, solo fue cuestión de encontrar el acento.

De esta forma, Menotti pudo relajarse, incursionar en esa aventura maravillosa que es recorrer los límites y pliegues  de la sexualidad, no abandonar lo que siempre supo hacer (su programa, Kanitas al aire incluía una sección de gimnasia y pilates para los abuelitos)  y, lo más importante, hacer algo de trabajo sucio para minar lo construido por Bilardo. ¿Cómo lo hizo? Fácil. Escudándose en su condición de matrona del prime time de la TV comunitaria.

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Doña Ligia ya registraba experiencia previa con las cámaras.

Cada que podía se ubicaba estratégicamente corredores y cafeterías de estudios de grabación así como  en salones de té, peluquerías, y salas de espera de consultorios, terminales y aeropuertos a echar rulo y de esa forma despotricar sin miramiento alguno de su rival.  A punta de maledicencias supo hacer trizas lo poco que dejó su eterno némesis en su paso por este país, dándole vuelo a anécdotas que ya circulaban sobre mañas de sus dirigidos como salir con alfileres para fastidiar al rival que les correspondía marcar, o con Vick Vaporub para frotarle en los ojos a los centrales contrarios justo antes de un tiro de esquina todo esto por no mencionar los laxantes en el agua que gentilmente se le obsequiaba a los contrincantes.

La nueva vida de César Luis  iba, pues, viento en popa.  Sus metas trazadas se cumplían una tras otra. Encontró sosiego, nuevos horizontes sin dejar de destruir lo construido por Bilardo. Tan embelesado estaba con su nuevo proyecto de vida que descuidó lo elemental.

Momento de Kanitas al aire en el que Menotti adopta posición fetal al sentir nostalgia por su antigua vida.
Pasaje de Kanitas al aire en el que Menotti adopta posición fetal al sentir evidente nostalgia por su antigua vida.

Cuentan por ahí que un día, en una pausa de una grabación, se vio en la necesidad de evacuar la vejiga y sin más ni más entró al baño de varones, donde, por pura costumbre de tantos años, se dirigió al orinal. No contaba con que una cámara de seguridad, lo registró. Aterrados, los encargados del área emitieron alaridos que convocaron a unos cuantos funcionarios más. Nadie en el centro de control daba crédito a la grabación que repitieron una y otra vez y que mostraba a doña Ligia orinando de pie. La confusión fue total. Nadie esperaba verse cara a cara con tamaña revelación. ¿Qué más podía estar ocultándoles, la hasta ese momento, entrañable y carismática señora?

Doña Ligia quedó igualmente estupefact@ al caer en cuenta de su error y de que había quedado en evidencia. Cualquier explicación no haría sino incriminarl@ más. Con dignidad, salió, recogió sus corotos y partió en un marco de total silencio. Meses después alguien en el Kanal vio una entrevista a Menotti y pensó para sus adentros «yo a este tipo yo lo he visto antes», pero no iba a hilar tan delgadito.

Hallazgo de @alvaro_caste

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Anchico además de modelo fue actor

El buen Yulián, cuando corría con las selecciónes juveniles mostrando sus rulos ai aire supo probar las mieles del atractivo y corto negocio del modelaje. Como el fútbol, al ser ambas disciplinas de tan corta duración, tomó la decisión de poder desarrollar alguna profesión de mayor vigencia y por eso, luego de varias clases intensivas en varias academias de teatro y después de superar la etapa del actor que recién graduado se la pasa tomando canelazo, usando boina y portando una larga bufanda en cualquier lanzamiento de obra -hasta de lotes- pudo finalmente entrar al maravilloso mundo del tubo catódico.

Su papel fue corto pero resultó ser inolvidable. Encarnaba a un enfermero medio asesino que se arrepiente de su fechoría al final de la escena. Tras largos estudios de su parte y ensayando los métodos de Stanislavki y el siempre efectivo método italiano, Anchico fue Angrande en el plató.

Su compañera de set debía morir, sin embargo Anchico pensó que si oficiaba como libretista podía también tener buen futuro. Cambió a escondidas el desenlace de la escena y de esta manera logró que la actriz, también novata como él, pudiera estar algunos capítulos más al aire. De repente y sin quererlo, a Yulián Anchico se le debe la explosión artística de Ana María Orozco, mundialmente famosa años después con «Betty la fea».

Anchico intentó llamar a la Orozco al teléfono durante la cumbre de su fama pero nadie respondió. Cuando él se coronó campeón con Santa Fe la Orozco lo recordó y quiso hablar con él para felicitarlo. El que no respondió en esta ocasión, fue Yulián

José Ordóñez

«Me han hecho fama de malgeniado», le dijo el popular humorista José Ordóñez a El Espectador en una reciente entrevista. De esta forma, el  récord man de los chistes  trató de salirle al paso a crecientes rumores sobre su verdadera identidad. Y es que durante años, Órdoñez alternó entre hombre show de la radio y la TV y arquero de diferentes equipos profesionales.

¿Por qué no se dedicó a ambos oficios de forma simultánea? Fácil: bien lo han dicho, con razón,  los expertos, «dame un arquero serio, de experiencia y con diez más te saco el equipo campeón».  Por lo tanto, ¿qué respeto podría merecer un onceno armado desde atrás por Gallo Tapao o, en el mejor de los casos, por el inescrutable, pero siempre afable, Hermenegildo? ¿Creen que un defensa no podría dejar de escuchar, así hablara en su tono más neutro, las instrucciones de este golero en la voz del popular Benito? Imposible.

El mismo Ordóñez, lejos de las canchas, da rienda suelta a su otra pasión.

Por eso, para que una de sus pasiones -el humor- no canibalizara a la otra -el fútbol- desde muy joven José Órdoñez decidió que desde el momento mismo que pisara un estadio o un campo de entrenamiento tendría que transformarse. Así, el carismático capo de la risa se debía convertir en su Mr. Hyde: un adusto guardametas consciente como el que más de que de su capacidad de proyectar seriedad dependía nada menos que la realización de su proyecto de vida.

Y lo logró durante décadas. Nadie notó, por ejemplo, que Órdoñez se radicó en Bogotá durante todo 1993, año en el que, como arquero, apenas si tapó dos partidos con Millonarios (era suplente de Villarraga). La idea era aprovechar tanto tiempo libre para preparar su organismo, su voz y sobre todo su repertorio para batir en diciembre, por Radioactiva, una vez más el récord mundial de horas contando chistes.

Pero tantos años en la tarea de autocubrirse irremediablemente lo llevan a bajar la guardia. Así, cuentan, en momento de solaz tras una charla técnica  recién llegado -ahora como DT- a las huestes azules dicen que, sin querer, se le soltó un «papi, papi» con la entonación de Benito que dejó impávido al plantel.  Ante los dimes y diretes que comenzaron a rondar el grupo y que, por supuesto, minaban su credibilidad, Ordóñez no tuvo más alternativa que reforzar tanto como pudo su faceta malgeniada y de ahí la pregunta de El Espectador.

Pero el punto de quiebre vino tras el gol de Mario González que le arrebató a su equipo un prolongado récord de imbatibilidad. Inmediatamente se volteó y, enfadado, cuestionó a los suplentes: «¿ahora saben lo que se siente perder un récord?»

Hallazgo de @sebeat_

Guerrillera, desmovilícese: su familia y su equipo la esperan

Eso le dijeron a alias Karina como argumento final y contundente para que dejara las armas. Un infiltrado le había pasado el dato al DAS de que la temida guerrillera tenía una debilidad: el fútbol. A esta fuente le había confesado una noche que estaba cansada de lanzar cilindros y que lo suyo era lanzar centros.

De esto se agarró el grupo de sabuesos que estaba tras su pista. Al tiempo que examinaban sus procesos y le abrían el camino legal para reincorporarse a la vida civil, adelantaron gestiones con varios equipos, pero todos se negaron argumentando que podría ser un elemento ligeramente disociador en el seno de sus planteles.

Finalmente llenaron de argumentos de índole patriótico a los directivos del DIM y de medias la genitalia de la ex subversiva. Todo esto, sumado a una cédula a nombre de William Arboleda, permitió el éxito de este singular proceso de reconversión profesional.

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Más sobre el lado B de Leonel Álvarez

Ya lo habímos descubierto. En su momento nuestra unidad investigativa sorprendió con el hallazgo de una imagen, evidencia del tiempo que pasó en los teclados de la banda de black metal «The Lion’s Agony». Pero el expediente siguió abierto. Había que saber más, sobre todo ahora que el protagonista de la historia ocupa el tercer cargo más importante del país. Y tras muchos pasos en falso, por fin una fuente que pidió ser identificada: @fatbolyalive con esta imagen, prueba irrefutable de que Álvarez transitó por otras sendas del universo musical. En efecto, al parecer, cuando se sentaba a azotar los teclados, entre las piernas tenía un par de baquetas. Las que usaba en sus freelances como batero de Rod Stewart.

Historias del Rock. Felipe Nery Franco: born to be wild

La Unidad Investigativa del Bestiario del Balón no deja de trabajar, así sea 30 de febrero o festivo Emiliani. En medio de las depresiones que dejan los domingos en la tarde, sonó el teléfono rojo de nuestra redacción. Nuestro informante, que se identificó como Jimi Hendrix advirtió en una veloz comunicación la responsabilidad creativa de Felipe Nery Franco en la composición e interpretación de la canción «Born To Be Wild», erróneamente adjudicada en mérito a John Kay, vocalista de Steppenwolf.

Uno de los himnos que empezó a cimentar las fuertes paredes del heavy metal tuvo al paraguayo como estandarte, de acuerdo a lo dicho por Jimi Hendrix. De inmediato nuestro avezado editor dominical lo inquirió con una pregunta:

-¿Y por qué Nery tendría intenciones o derechos sobre esa canción?

Hendrix acudió a la lógica pura, la que no existe en nuestra sede de trabajo. Expresó:

-Nery fue la musa  de «Born To Be Wild» ¿No sabe inglés o qué? ¿Quién más pudo haber inspirado esa canción? Les remito en un marconigrama un video que lo comprueba.

Fue poner play y  verlo manoteando desesperadamente las teclas del órgano Hammond como si estuviera protestándole a un árbitro localista o a una vendedora de chaquiras para el pelo en El Rodadero.

Era Nery. No quedaba ninguna duda.

Wikibestiario: Lothar Matthaus por la senda del ligre

Cuando primero llegó el archivo, nuestra unidad de recepción, análisis y clasificación (en liquidación) lo desestimó. «Ahí medio aguanta, es Saulo Hernández tapando con una camiseta manga larga de la selección alemana en el Pereira» fue el dictamen del responsable de recibir la filtración.  La cosa quedó quieta hasta que en un uno de nuestros talleres pedagógicas que se enmarcan en nuestro programa de responsabilidad social nos encontrábamos en plena actividad de repaso y memorización de rostros de futbolistas famosos. Fue entonces cuando la persona a cargo de la dinámica tuvo la epifanía: «yo a este man lo he visto antes», dijo cuando pasó la diapositiva de Lothar Matthaus, «a este vergajo dónde fue que lo vi hace poco», se preguntó.

Varios días duró con la inquietud hasta que por fin, en la ducha,  logró atar el cabo: había sido en la foto del Pereira donde supuestamente Saulo Hernández lucía el uniforme de la selección campeona en Italia’90. Apenas cayó en cuenta gritó: «Ese no es ningún Saulo Hernández, ese es Lothar Matthaus y nos mamó galló». Se citó a comité de crisis y se aportaron las pruebas. No hizo falta mayor argumentación, las imágenes eran contundentes y la conclusión también: Lothar Matthaus vino de incógnito a Pereira y, siguiendo el ejemplo de la vecina Cali, tapó en el Pereira.

Fotografía del astro alemán que se incluyó en el dossier.

La siguiente tarea fue averiguar  por qué diablos «Mateito» Matthaus vino a templar a la Perla del Otún y más en calidad de arquero. Dice la fuente que aceptó hablar para nosotros a cambio de preservar su identidad y de cuatro consejos para la vida del Vágner del amor,  que el volante y luego stopper tenía  una fuerte fijación por los cruces entre felinares, razón que aparentemente lo llevó a visitar al Ligre del Zoológico Matecaña. Al parecer coincidió en su visita con Saulo y su familia, quien, mire usted, también se interesaba por el tema. El golero, germanófilo de vieja data además, lo identificó, vio que se parecían y de una le fue diciendo «viejo Lothar, vos sabés que lo mío es suplentear, este año estoy jodido, me ha tocado casi todo de titular, haceme ahí un 14 y te haces pasar por mi el domingo, luego si querés te invito a conocer Juanchito».  Algo atónito y desatendiendo por un momento al ligre, Matthaus reflexionó para luego aceptar la propuesta, «qué más da, ya entrados en gastos démosle» pensó para sus adentros, en alemán, por supuesto. Luego miró al ligre en busca de aprobación y este asintió.

Al día siguiente saltaba a la cancha del Pascual con el grande Matecaña, pero ocurrió que Saulo no contaba sino con un buzo que justo había mandado lavar el viernes y que no se había alcanzado a secar, ni poniéndolo detrás de la nevera. Esto obligó a Lothar a usar su uniforme de dotación que  cargaba siempre en su equipaje de mano, «por si las moscas». Como habrá de suponer, amigo lector, para evitar quedar en evidencia, ese día el arquero del Pereira no habló. No hubo quien liderara al equipo desde atrás.Intentó con lenguaje de señas, pero nada.  Hebert González, encargado de comunicarse con el supuesto Saulo se quedó un poco más calvo tratando de adivinar que quería este con «¡schaisse!, ¡ligren!». Al terminar el partido, el verdadero Saulo le recibió el uniforme de afán (se lo quedó, por supuesto) y tuvo, ahora sí en castellano, que rendir descargos en el camerino. A Lothar, eufórico y torsidesnudo, se le vio esa noche deambular por Juanchito gritando, botella de aguardiente blanco en la mano, «¡schaisse!, ¡ligren!»